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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

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III.4.3.05. «Se puso a pregonar con entusiasmo…». Narración evangélica de San Marcos.

Dice el evangelio de San Marcos:

«De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración. Simón y sus compañeros fueron en su busca. Al encontrarle, le dicen: «Todos te buscan». Él les dice: «Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he venido». Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio». Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. Le despidió al instante prohibiéndole severamente: «Mira, no digas nada a nadie; pero vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio». Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a él de todas partes

Jesús no se dedicó a hacer milagros para entretener, para asombrar, para hacerse discípulos, para… Los milagros de Jesús siempre son «signos» del Reino de Dios. «Aquellos primeros cristianos, en las formas culturales de su tiempo yanimados por una fe muy honda, revivieron, recrearon y transmitieron el recuerdo de los hechos de Jesús».

Imaginaos que sois catequistas y tenéis que mostrar a los niños que en el milagro de la curación de un leproso que transcribimos antes se cumple lo dicho, «que los milagros de Jesús son siempre anuncios, mensajes, aspectos, del Reino de Dios que Jesús predicaba». ¿Qué les diríais?…

Sugerencia: Aquel leproso dejó de ser un «expulsado» de la sociedad por obra de Jesús… «Se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia». Una persona que «siente» a Jesús se convierte en «pregonero» de Jesús. Para los primeros cristianos el ejemplo era evidente. ¿Y a nosotros, cristianos del siglo XXI, nos da vergüenza confesarnos católicos practicantes, por ejemplo en el grupo de compañeros? ¿Nos atrevemos a llevar una cruz al cuello, no de adorno sino como manifestación clara de nuestra fe? ¿Os atrevéis a «decir algo» cuando escucháis a personas que blasfeman como respiran? «¡Cualquiera se atreve!» ¡Sí! ¡Cuesta!

¡Santificado sea tu nombre! ¡Venga a nosotros tu Reino… y haz el milagrito de darme fortaleza para ser «agente» de ese Reino!

Padre nuestro, que estás en el cielo;
Santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal.

Amén

Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.