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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

StatPress

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Desde: 24/09/2015

III.4.1.03. Amar a los enemigos.

«Seguramente muchos oyentes de Jesús acogían con agrado su mensaje. Pero lo que menos se podían esperar era oírle hablar de amor a los enemigos… viviendo bajo el Imperio Romano, sus palabras eran un auténtico escándalo. ¿Qué está diciendo Jesús? ¿Es esto lo que Dios quiere? ¿Vivir sometidos con resignación a los opresores?…«. La brutalidad del Imperio era historia muy reciente, de cuando Jesús era aun un niño. El Imperio arrasó Séforis y Jerusalén por actos de terrorismo que hoy día nos parecerían casi leves. Hubo miles de crucificados y desterrados, cosechas incendiadas, etc. Estos hechos, en aquella cultura, estarían más frescos en su memoria que en la nuestra el holocausto judío de la Segunda Guerra Mundial.

En este ambiente, Jesús predicaba el amor incluso a los enemigos. » Dios es grande… porque su compasión es incondicional a todos… «Hace salir su sol sobre buenos y malos, y manda su lluvia sobre justos e injustos.» (decía Jesús)… Amar a los enemigos es un proceso humano dificilísimo… Jesús habla de «orar» por los enemigos, probablemente como un modo concreto de ir despertando en el corazón el amor a quien cuesta amar. «Orad por los que os calumnian», «Haced el bien a quienes os odien»…

  • Hablar de este tema como él lo hacía a sus paisanos era suicida.
  • Dar una bofetada era «privilegio» de amos y jefes «para humillar». Pues Jesús dice: «A quien te dé en la mejilla derecha, ponle la izquierda…».

Esta invitación, a 2000 años de distancia, nos parece una dificultad insuperable; a muchos, necedad. Pero ahí estan Gandy, Mandela, Luther King, etc. «Seguramente Jesús no pensaba en una transformación mágica de una sociedad injusta y cruel que tan bien conocía… Jesús enseña a desenmascarar la falta de humanidad en muchas acciones…

Sus seguidores serán un poquito de levadura en la masa. El final de la vida de estos testigos será casi siempre como la de Jesús, el martirio. Pero sentarán las bases de un mundo realmente nuevo en el que impere el Reino de Dios, no el poder inhumano de los humanos.

Ser hoy «cristianos a fondo» suena tan raro como sonaba perdonar a los enemigos a los contemporáneos de Jesús.

Padre nuestro, que estás en el cielo;
Santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal.

Amén

Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.