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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

StatPress

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Desde: 24/09/2015

III.4.4.1. Confianza en Dios. Alegoría.

La presentación que veremos a continuación es una hermosa alegoría de la confianza en Dios Padre, incluso en situaciones peligrosísimas o con riesgo de nuestras vidas. Hay muchas situaciones en la vida que no se resuelven, no se ven, no se entienden, no llenan, dejan sentido de vacío existencial… Aunque no siempre es así.

Esto de «pasarlo mal» y no encontrarle explicación es “una” de las caras oscuras de la autonomía del SER HUMANO:

Por una parte, nuestra libertad exige (y los cristianos lo proclamamos) que podamos decidir sobre nuestras vidas dependiendo sólo de nosotros mismos.

Por otra parte, multitud de personas comprueban que las razones de su mente no les dejan totalmente satisfechos ante problemas como la existencia del mal, de la maldad en sí misma como actividad de seres humanos libres (terribles injusticias, matanzas, etc.). Siempre queda en el aire una cuestión: ¿Por qué no somos capaces los SERES HUMANOS de arreglar situaciones tan evidentemente injustas, vergonzosas para toda la especie humana? ¿Y qué decir de las situaciones catastróficas causantes de muchísimo sufrimiento humano… ante las que nos sentimos ni libres ni capaces de resolver?

El tema de base es una cuestión que está en los sótanos del Ser Humano: El ansia de infinitud que experimentamos multitud de personas ¿es inherente a la misma naturaleza humana o es fruto de una especie de ansiedad creada por las religiones? Porque si somos y nos sentimos libres ¿cuánto va a durar esa libertad? Ni siquiera sabemos cuánto durará. Sí sabemos, en cambio, que algún día acabará «y sin pedirnos permiso»… ¡Vete a saber cómo!

Los cristianos creemos que estamos en manos de Dios. Que nada malo, malo definitivo, nos sucederá al margen de su voluntad. ¡Lo malo es, muchas veces, aceptar esa voluntad! Es lo que pedimos en el padrenuestro: «hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo».

Padre nuestro, que estás en el cielo;
Santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal.

Amén

Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.