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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

StatPress

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Desde: 24/09/2015

III.4.6.11. Vosotros sois la sal de la tierra.1

Desde tiempos muy remotos se ha usado la sal para conservar la carne o el pescado y tenerlos y consumirlos en momentos de escasez. La sal también da sabor a los alimentos.

Un poquito de sal da sabor a una cantidad grande de comida. Los discípulos se Jesús eran una minoría poco o nada notoria. Pero ya eran la «cantidad» mínima necesaria para «dar sabor» al mundo.

Un mercader de Sidón, ciudad costera del Mediterráneo (Líbano actual) compró gran cantidad de sal en Chipre. Para no pagar impuestos (¡deporte antiquísimo!), la ocultó en una casa alejada de la costa. Como el piso era de tierra la sal se fue diluyendo con la humedad y mezclándose con la tierra hasta perder su valor. La tiraron por los caminos…

Para los oyentes de Jesús, la lección era clarísima: o los cristianos son «buena sal» o no valen para nada. No vale ni para hacer abono; no dejaría crecer las plantas. De tener gran valor pasa a ser perjudial. Cualquier cristiano tiene una tarea que realizar a favor de los demás; si se convierte en «sal desalada», no cumple su misión y se hace dañino.

Podríamos decir lo mismo de cualquier persona, cristiana o no. Tenemos una especie de obligación insoslayable, inevitable, de desarrollar al máximo nuestras posibilidades (de inteligencia, de riqueza, de poder, artísticas…) para «ser sal» entre los demás. Jesús nos dice a los cristianos que nuestra «obligación» es aun mayor porque hemos recibido «el don de Dios».

En el clima de Galilea, la sal era muy apreciada. Por eso, ser «hombre salado» significaba ser «persona realizada» en todas sus posibilidades y responsabilidades, humanas y espirituales.

Con este dicho, Jesús está diciendo a sus discípulos que no necesitan ser muchos para poner serenidad, cordura, cariño, atención, servicio, compasión, educación, respeto… entre quienes conviven con ellos. ¿Cuántas personas, como mínimo, serían capaces de lograr un buen rollo en un grupo de clase, de trabajo, etc.? Muy poquitas. Serían como esos granitos de sal que dan sabor (y «sabiduría») al «guiso».

Si ni eres ni quieres ser cristiano, pero teniendo en cuenta que sí eres persona ¿cuál es tu papel en el grupo? ¿Eres un granito de sal… o una guindilla de esas que todo el mundo rebusca para «sacarlas del plato»? Y si eres persona cristiana ¿lo eres sólo de nombre o realmente das «sabor» de bondad, de trabajo, de reponsabilidad, de sentido del vivir, de alegría… al grupo?

Padre nuestro, que estás en el cielo;
Santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal.

Amén

Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.