III.4.6.00. Las bienaventuranzas. Texto evangélico.
Tradicionalmente llamamos «bienaventuranzas» a una serie de enseñanzas de Jesús que expresan su pensamiento respecto de cómo han de ser las personas que entran a formar parte del Reino de Dios. También se emplea la palabra «Felices». Todos los cristianos deberíamos conocerlas de memoria.
Versión de San Mateo (Vídeo recorte de la película de Zeffirelli.):
Viendo la muchedumbre, subió al monte (una colina en cuya falda extensa podía la gente sentarse y escuchar), se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
- Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
- Bienaventurados los humildes, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
- Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
- Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
- Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
- Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
- Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
- Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
- Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
San Mateo recoge además dos parábolas cortitas, pero muy, muy, válidas para cristianos del siglo XXI:
- Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada.
- Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo de una caja de madera, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
La reflexión queda para el corazón y la mente de cada persona. Aquí, otro día.