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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

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Desde: 24/09/2015

III.4.3.06. Los milagros nos introducen en el ámbito también humano de la fe-confianza.

Jesús hizo milagros. La cuestión más importante es mostrar el significado que quiso darles y el que los primeros cristianos comprendieron. Los milagros de Jesús, y los actuales, son un don, una gracia que sólo se ve por la fe. El cristiano vive desde la fe; lo cual no quiere decir que sea un pobre tonto… «La vida humana puede realizarse sólo con fuerzas humanas…» ¡Sí; pero no! Con Ciencias y Técnicas «humanas» se consigue muchísimo… Pero ¡sigue dejándonos en la tierra!

Los milagros de Jesús nos elevan a otro ámbito, tan humano como el material, el ámbito de la fe, en el cual podemos desarrollar otro modo de vida (los no creyentes… ¡ni flores!). Modos de existencia que nos trasladan a «otro mundo» ¡también nuestro!, pero que requiere un acto de fe-confianza para recibirlo y vivirlo como don, como gracia del Padre DiosFuera del ámbito de la fe, o no tienen explicación o se les dan significados hasta malévolos… «Por arte de Belcebú expulsa éste los demonios» dijeron unos escribas y fariseos presentes.

Los discípulos no habían conseguido expulsar al demonio de un niño. Sigue el evangelio:

«Y se lo trajeron. Apenas el espíritu vio a Jesús, agitó violentamente al muchacho y, cayendo en tierra, se revolcaba echando espumarajos. Entonces él preguntó a su padre: «¿Cuánto tiempo hace que le viene sucediendo esto?» Le dijo: «Desde niño. Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él; pero, si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros». Jesús le dijo: «¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!«. Al instante, exclamó el padre del muchacho: «¡Creo, ayuda Tú mi poca fe!».

Viendo Jesús que se agolpaba la gente, increpó al espíritu inmundo, diciéndole: «Espíritu sordo y mudo, yo te lo mando: sal de él y no entres más en él». Y el espíritu salió dando gritos y agitándolo con violencia. El muchacho quedó como muerto, hasta el punto de que muchos decían que había muerto. Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó y él se puso en pie.

Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus discípulos: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?». Les dijo: «Esta clase de demonios con nada puede ser arrojada sino con la oración».

Padre nuestro, que estás en el cielo;
Santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal.

Amén

Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.