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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

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III.4.3.01. Significado de los milagros de Jesús. Cura a un paralítico.

No hay duda razonable alguna de que Jesús hizo milagros. Era un taumaturgo. Pero sus milagros no estaban destinados a «asombrar a la gente», a «demostrar su poder»… Sus milagros sólo tienen sentido como «mensajes del Reino» del que tanto habla, forman parte de su mensaje. San Marcos cuenta:

«Entró de nuevo en Cafarnaúm. Corrió la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y él les anunciaba la Palabra. Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados».

Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: » ¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?» Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: «Tus pecados te son perdonados», o decir: «Levántate, toma tu camilla y anda?» Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados – dice al paralítico – : «A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.» Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que quedaban todos asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: «Jamás vimos cosa parecida».»

San Marcos transmite un mensaje muy claro sobre lo que pasa en el Reino de Dios. No sólo es «su palabra». Ahora es un signo «palpable»…

Los judíos tenían una idea muy arraigada: la enfermedad era «castigo de Dios» por pecados cometidos por el enfermo o sus ascendientes. La curación milagrosa y el diálogo con los «entendidos en la materia» («Sólo Dios puede perdonar pecados») transmiten la idea de Jesús sobre Dios y sobre su Reino de manera contundente: el enfermo y quienes lo llevan (algo brutos ellos abriendo la techumbre de la casa) manifiestan fe en una nueva manera de «ver» a Dios. Ya han captado el mensaje de Jesús. Tienen fe en Jesús.

Dios es perdonador de pecados, no castigador de ellos. El nuevo ámbito del Reino que predica Jesús se parece muy poco, casi nada, al ámbito religioso de los «entendidos en la materia» que le contemplan. La enfermedad, la muerte biológica, pertenecen a la Naturaleza material. No a la libertad, ni de Dios (que según Jesús quiere y puede perdonar siempre); ni a la libertad del ser humano que siempre puede «volverse hacia Él», tener fe y curarse – salvarse.

Padre nuestro, que estás en el cielo;
Santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal.

Amén

Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.