III.4.2.13. El hijo mayor. (Tercero)
«TÚ SIEMPRE HAS ESTADO EN CASA. LO MÍO SIEMPRE HA SIDO TUYO». ¿No os parece que el problema de este «hombre serio y cumplidor» es que en el fondo de sí mismo se cree que «su salvación» (el hecho de estar siempre en la casa del Padre) se debe ante todo a él mismo y que, por tanto, puede pedir explicaciones ¡y premios! a su Padre?
Hay personas que encuentran «razonable» esta postura del hijo mayor. Sin embargo Jesús quiere dejar bien claro que su Reino se gobierna por reglas o principios muy diferentes. Para Jesús, «cumplir con el deber» es importante. Le importa más todo aquello que se mueve en lo más íntimo de nosotros mismos, allí de donde nacen las envidias, las ofensas, etc. … y la bondad, la misericordia, la fraternidad, el perdón, el servicio, la compasión… Es fácil entender este detalle de la parábola desde esa «bondad radical» que destierra el pecado y nos hace realmente Hijos de Dios. Después, unas vidas serán muy brillantes, influyentes, etc. y otras, sencillas. En el Reino de Jesús no se establecen las diferencias fundamentales por este criterio mundano. En su Reino, las cosas no funcionan «por puntos» , sino por el hecho de que el Padre Dios nos quiere a todos, incluso a los que se portan con los demás como auténticos cabritos… ¿Y a «los buenos»? Tenemos siempre la alegría de vivir en la casa del Padre.
Quizá más de una persona piense que «esto son tonterías; las cosas son como son; a los buenos, premios; y a los malos, palos. Es lo más sencillo y justo después de todo…» Es tan natural pensar así, que muchas personas católicas, católicas, no caen en la cuenta. Por eso es tan difícil que el Reino entre a formar parte del entramado social. No «impregnamos» las leyes, la política, las relaciones laborales, las amistades…
Una pregunta molesta para quienes «cumplen»… y nada más: ¿Esperan la salvación, «el cielo», porque cumplen o porque el Padre Dios nos quiere? Me decía una mujer no creyente: «No entiendo a mis padres. Católicos de toda la vida y ahora tienen un miedo terrible a la muerte.» ¿Cumplían» para «comprar» o «pagar» el cielo… o «por dar gracias» (eucaristía) al Padre por el cielo? Esta mujer estaba poniendo el dedo en la llaga… por la que sangraba «el hijo mayor de la parábola».
Para Jesús, las normas que rigen en el Reino de Dios son realmente muy diferentes a «nuestras normas instintivas»?
Agradezcamos al Padre el don de la vida, lo que tenemos, lo que esperamos…
Padre nuestro, que estás en el cielo; Danos hoy nuestro pan de cada día. Amén |
Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo. Santa María, Madre de Dios, Amén |
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. |