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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

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Desde: 24/09/2015

III.4.1.17. Jesús, Camino, Verdad y Vida. 3.

(21-06-2011. Es una historia real y actual. Le dedicamos tres «momentos»; aun así es algo largo. Pero vale más que cien discursos…)

— Oye, ¿y qué pintan las dominicas de tu convento en todo esto?

— Verás… Fui con tres amigas a dar un recado al convento de Clarisas de Lerma… Les pedimos un rosario. No tenían, pero que sí tendrían en las Dominicas… Vinimos para acá y, mira tú por donde, la hermana que nos atiende se llama Sor Rosario… Le freímos a preguntas… nos mandó a hablar con la Maestra… me acuerdo de decirles que, si el Señor me llamaba, me llamaba a clarisa… Al mes y pico me llamaron invitándonos a una profesión de votos… Me acompañó una amiga… «a ver si nos daban de comer…». Estuvimos con las hermanas y cuando tocaron a Vísperas, pasamos con ellas a rezar. Fue ahí cuando ocurrió.

— ¿Por qué se te iluminan los ojos?

— Ahí le conocí.

— ¿Cómo fue?

— … Tuve una presencia del Señor brutal… A mí se me cayó el mundo encima. ¿Cómo decía yo en mi casa que iba a las Dominicas de Lerma a hacer otra experiencia?…

— ¿Cómo lo tuviste de claro?

— … ten en cuenta que cuando tú tienes una experiencia de Dios, los demás no la han vivido y no la ven… ven lo de fuera, y lo de fuera nunca cuadra… ¿cómo lo dices?

— … aunque no lo sintamos, tal vez nos hagamos una remota idea…

— Sentí una paz. Fue una fuerza. Fue un enamoramiento… ¡Cómo saldría de Vísperas que sin decir nada me lo pillaron las monjas. Ellas vieron mi cara… me había pasado algo… Mi amiga también me empezó a preguntar… Yo no me lo podía creer. ¡Era meterme más aun en el berenjenal de mi vida! Esgrima, rocker, Clarisas, mi novio, mis padres… ¡y ahora, dominica!

— Estoy deseando saber cómo desbrozaste semejante jardín…

— Verás. Dos meses después de esto… le decubren a mi padre un tumor en el riñón, y yo me enfrento a Dios. Le pedí cuentas… «¿Cómo me haces esto? Yo estoy yendo a misa, a catequesis, me confieso, estoy en la iglesia y he dejado todo lo de antes por ti… ¿De qué vas?»

— Vamos, que te rebotaste.

— Sí… mi padre estaba un poco como ido ante el pastel… y yo había dejado de rezar… El médico, un ateo, me dijo que mi padre estaba mal y no sólo era cuestión del tumor… estaba preocupado porque yo había dejado de rezar. «No sé qué hacías antes, pero no lo dejes porque tu padre no soporta que tú no tengas paz».

… Advertí la estupidez que había cometido y volví a la iglesia… reté al Señor. Le hice una apuesta… Ya. Pero si le quieres, pídele que se manifieste… Si curaba a mi padre, yo hacía la experiencia de las Dominicas, le buscaría de verdad. (Mi padre)… en tres días estaba en casa. Así que tuve que pagar mi apuesta… hice la experiencia y fue «tumbativa».

— Yo seguía con mi chico, pero le dejé durante el verano para hacer la experiencia.

— Sí. Era un tío sensacional… Le dije: «Aunque noto que me quieres, hay una parte de mí a la que no llegas»… Él, que no era creyente, fue honesto y me dijo: «Si es Dios quien te quiere para Él, yo no puedo hacer nada. Ya me ha ganado.»

— Fueron diez días en los que la Maestra me dio el itinerario de la oración… Vinimos dos chicas. De repente, a la una de la mañana, se levanta y me dice: «Leti, yo no hago la experiencia. Yo me largo de aquí.» «Si no va a pasar nada». Asustada insistió: «Leti ¿y si Dios nos llama?». Exclamé: » ¡Qué tontería!… Tú crees que Dios va a ser tan grande y tan fuerte que va poder con todo lo que tenemos, que el dinero, que nuestros estudios y nuestra carrera? ¿Crees que va a poder con lo bien que nos lo pasamos? ¡Eso es imposible!»… La posibilidad de que aquello pudiera suceder la atemorizó… Mi amiga marchó. Yo entré compartiendo y entendiendo lo que decía la chica… Yo tenía todo. A mí no podía pasarme nada… En ningún momento pensé que podría encontrarme con Cristo de una forma tan personal…

… uno de esos diez días yo estaba en la capilla, enfrente de del Cristo Crucificado. Allí experimenté a Cristo, y esto es lo más difícil de explicar, pero es real… Es verdad… Eso no me pasó al rato. .. Todo lo que había vivido, hecho y pasado, estaba ahí, crucificado…. Aquella noche ni dormí…

… Después, vas descubriendo cosas de ti que incluso, aunque tú no las quieres, Él las ama… Te ama incluso con lo que es feo… Por eso que ni me gustaba de mí, era por lo que Él moría… Aquello que yo había experimentado coincidía con toda la Creación.

Me largué a mi casa… La gente me notaba cambiada… Yo, lo poco que hablaba, sólo hablaba de Cristo. Mis amigos se sorprendían… Yo veía a Cristo en todas partes… un pajarillo… el río…

Una amiga que se olía lo que pasaba, me propuso una experiencia límite para que se me quitasen las estupideces de la cabeza, para que experimentase algo más fuerte aun… me propuso hacer puenting … A aventurera no me ganaba nadie… Me tiré y fue… ¡Puf! ¡Una pasada! (25 m de caída; máximo, tres caídas). Me tiré una vez. Fue una experiencia definitiva para decir sí a mi vocación.

— Ni Teología, ni ejercicios espirituales. Puenting.

Dios… te busca allí donde estás… Cuando la cuerda me sostuvo… me di cuenta de un montón de cosas… se te pasa de todo por la cabeza… ¡Aquello fue brutal!

…Si, completamente ilegal… Me pregunté: ¿Leticia, cómo es posible que, con el tesoro tan grande que tienes de tu vocación estés haciendo esto? No puede ser.

—¿Guardas buen recuerdo de aquello?

— Es una mezcla… hacer algo de riesgo total, llegar al límite de tus posibilidades… y darme cuenta de que te la juegas haciendo el tonto. Además pasó otra cosa…

Ingresaron a mi abuela y yo fui a cuidarla… perdió la cabeza… Me di cuenta que cuando hice puenting, si se hubiera roto la cuerda… En ese tiempo ya me sentía vacía … estaba en la cafetería con los amigos y, queriéndolos como los quería, sentía que eso no era mi sitio.

— ¿Cuando entraste?

El día 1 de agosto de 1995 vine aquí… Antes quise darme un tiempito más para ver si ya se me pasaba, pero no me pasó con el puenting ni con lo de mi abuela… al revés… (Cuando me presenté a la Maestra) me preguntó que había hecho esa noche y le conté que había estado en vela cuidando a mi abuela. «Vete a casa, duerme, descansa, y cuando hayas descansado, te vas a una iglesia un par de horas. Después de hacer eso, entonces vuelves». … flipé. ¡Era surrealista! No tenían vocaciones y para una que se presenta, la mandan a dormir y a rezar, como si estuviese loca…

¡Qué sabia fue la Maestra!