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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

StatPress

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Desde: 24/09/2015

III.4.1.16. Jesús, Camino, Verdad y Vida. 2.

(21-06-2011. Es una historia real y actual. Le dedicamos tres «momentos»; aun así es algo largo. Pero vale más que cien discursos…)

Conocí a esta amiga que me habló de las monjas y Dios, a través de ella, me cambió… Ella era una niña pija y yo… acabé vistiendo Levi’s.

…Mis padres alucinaban, pero yo, en realidad, era la radiografía de la búsqueda de una adolescente… Tuve de todo: amigos, novios, fiesta, dinero, éxito, pero nada me satisfizo. Beber, bailar, triunfar, ligar… de nada me sirvió… Sé que es difícil de entender, pero más difícil es de llevar, porque no te entiendes ni tú.

— ¿Qué pasó con las monjas de aquel convento?

— … nos llevaron mi padre y el de mi amiga para conocerlas, pero no nos dejaron entrar ni un sólo día… las monjas tenían pocas vocaciones, pero aquello era un convento, no un cachondeo… Yo no estaba confirmada, no iba a misa, daba Ética en el cole… Ellas fueron muy monjas y muy agradables, pero de entrar a vivir una experiencia, pues como que no… Que hablase con el obispo…

— ¿Por qué no tiraste la toalla?

… Vi en esa primera visita que esas monjas tenían una felicidad … profunda, auténtica, y eso se nota, no seamos ingenuos. «¿Qué tenéis?»… «A Cristo». «¡Venga!»… yo insistía en que debían poseer algo material… me propuse entrar fuera como fuera, y pedí una entrevista al obispo… Yo traslucía que aquello era una aventura más, un entretenimiento, como el puenting que hice después … Luego te lo cuento…

Volví a las monjas… les pedí que me dejaran ir de visita el fin de semana que decansaba de competiciones… Allí sentía una paz y una tranquilidad que no sentía en ningún otro lugar. Al poco tiempo estaba en Astro, la mejor discoteca de Burgos… yo era la famosa… nos daban el carnet de oro de la discoteca… Un día empecé a no encontrarme bien, nada que ver con el alcohol… malestar interior… salí… encontré una iglesia… entré porque entré; por nada más. Me senté en un banco y esa fue la primera vez en mi vida que yo experimenté que allí dentro existía algo… estaban en misa… sentí que no era un teatrillo… Me quedé hasta que acabó… sentí que estaba pasando algo raro… bueno, me daba paz. Sacudí la cabeza: «Leti, ¿dónde vas? Sal a la calle… olvida… ha sido un espejismo; tú ya tienes tu vida hecha.» Salí y volví a la discoteca como si nada.

— Creo que mi objetivo era entrar allí (en el convento)… salirme con la mía como fuera… para empezar, me tendría que confirmar. Así que empecé la catequesis… Supuso un encontronazo social… la gente de la esgrima como que no lo entendía… Me tocó una monja… que me dijo que con una sola catequesis que me pirase, no me confirmaba. ¡La hubiese colgado! Lo bueno… que empecé a conocer a Dios… no terminaba de encontrarle sitio… Yo seguía saliendo de fiesta… ¡Madre mía! La cosa es que Dios se fue colando de una manera… en paz.

… Me dije: «Muy bien, entonces lo que tengo que hacer es meter a Dios en el deporte»… (Cuando me acordaba de Dios) era pedir que ganara y perdía … menudo negocio… Me levantaba una hora antes para ir a misa. El entrenador se ponía de mala leche… Finalmente, eso fue lo que me hizo que dejara la esgrima y el deporte… por mucho éxito que me reportaba, la paz que encontré en Dios no la encontraba en otros sitio. Al final, decides.

… Me ofrecieron diferentes cosas: una beca… lo que fuese… Me sentía derrotada. Una chica como yo, que era una ganadora, que ganaba humillando, a la que no le servía la plata.

— No tiene explicación. Dios te gana… Mi hermano había conocido el Camino Neocatecomunal… Mis padres se asustaron… Le acompañé… Expliqué a mis padres que era una cosa buena, de la Iglesia… Le acompañé. Fue una convivencia entre veinte jóvenes un fin de semana completo… conocí un grupo de jóvenes con que salir en plan sano… sin pasarte de vueltas… Esto coincide con que me echo un novio majísimo, un tío fenomenal, aunque él no cree en Dios… se quedaba a la puerta de la iglesia y me esperaba… Fue cuando me ofrecieron lo de Atlanta… Seguía entrenando cuatro horas al día… pero me doy cuenta de que es el momento de dejarlo.

— Pero llevabas desde los doce años soñando con algo así… ¿Por qué lo dejaste?

… Si no rompía con algo, quien se rompía era yo… La buena suerte es que sufrí una lesión de rodilla y me valió de excusa… No volví jamás… No fue sencillo. Me costó. Seguía mirando los resultados en los periódicos… ¡Me moría de ganas!

— Y entraste en la Iglesia.

— Conocí a un párroco que no sabía nada de mí… Me volqué en la parroquia y se creó un ambiente buenísimo.

— Mis padres … ya no saben qué es mejor… quieren que esté quieta… pasaron de ver una chica superinquieta, supernerviosa y supertodo… a verme de repente supertranquila y muy contenta… aunque seguía bastante inquieta, con mucha ira. Me marchaba de casa dando portazos por cualquier tontería… yo ya sabía lo que no quería, aún no sabía lo que quería, cuál era mi lugar en este mundo. Mis padres… siempre han estado ahí, siempre juntos, se han querido a pesar de las cosas de la vida… nosotros lo hemos notado. ¿Sabes que te digo?… ¡Que si yo llego a ser mi hija, me mando a paseo! … He aprendido de ellos a seguir y a decidir de nuevo cuando pase el chaparrón.

— Sí; me confirmé y entré a formar parte de una comunidad del Camino Neocatecumenal… Realmente pude experimentar al Señor vivo en aquellas eucaristías… Seguí viendo a las monjas, pero ya no era una aventura sino una atracción… Pero… yo las veía allí (sentadas en la sillería del coro) y pensaba que ellas estaban allí porque les había pasado algo… una enfermedad, un desengaño, un fracaso… Sin embargo ellas eran felices y yo no… Me decían que Cristo les había enamorado. Entonces me di cuenta de que mi fe era una fe cultural… cuando te encuentras con Cristo, algo hace crac y todo cambia… Pasé quince días con ellas.

— ¿Qué hiciste esos días?

— … un día fui a recoger manzanas… Me decía: «Todo cuadra, podría ser una vida para mí, pero falta algo… no me llena del todo». Mi fe era cultural, no era vivencial.

— ¿Qué quieres decir?

— Verás. El problema es el concepto de cristianismo que tenemos. Nuestra religión, la cristiana, no es un cúmulo de conocimientos ni una filosofía que se pueda aprender y desarrollar. Nuestra religión es una relación con una persona: Cristo. Cuando te das cuenta de eso, cuando lo palpas, todo cambia.

— Oye, ¿y qué pintan las dominicas de tu convento en todo esto?