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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

StatPress

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Desde: 24/09/2015

III.4.1.15. Jesús, Camino, Verdad y Vida. 1.

(21-06-2011. Es una historia real y actual. Le dedicamos tres «momentos»; aun así es algo largo. Pero vale más que cien discursos…)

Encendí la radio y estaba el locutor entrevistando a otro periodista que acababa de publicar un libro titulado «Qué hace una chica como tú en un lugar como éste». Resulta que no era lo que pensé en un primer momento. El libro es una larga entrevista con 10 monjas en conventos diferentes de España. Al final, presenta a cuatro monjas que están en un monasterio en Tayikistán (¿¡Dónde queda eso!?). Siete millones de musulmanes, 150 católicos descendientes de polacos, rusos… desterrados en tiempo del comunismo. Ochenta años sin conexión con los demás cristianos.

Advertía el autor que nadie pensase que las monjas que presenta en su libro son chicas apagadas, más bien feas, sin posibilidades… Todo lo contrario, eran jóvenes y guapas, listas, con estudios, con posibilidades… ¿Qué les había empujado a adoptar una vida tan sacrificada, retirada, oscura… en un lugar tan distante de los suyos, tan ajeno a sus vidas anteriores…? Siempre terminaban sus respuestas en una idea: Jesucristo llenaba sus vidas, les daba sentido, sabían lo que hacían, vivían alegres…

Como para muestra basta un botón, hoy hacemos una reseña de una de las diez que viven en España. Sólo unas pinceladas; la entrevista ocupa varias páginas del libro.

Sor María Leticia de Cristo Crucificado, Burgos, 1977. 34 años en el 2011. Lleva 16 años en el convento de San Blas, de Lerma. Ingresó con 18 años. Entrevista para el libro, el 26-09-2010

— Antes de contarnos cómo ha acabado una chica como tú en un sitio como éste, cuéntanos de dónde vienes.

— Nací en Burgos hace 33 años. Somos tres hermanos. Mi padre era mecánico industrial en una fábrica y mi madre tenía una tienda… donde vendíamos chucherías… Desde que tenía 12 años, ya me quedaba en verano trabajando en la tienda… No nos dieron una educación en plan prohibir, pero sí nos enseñaron a ser responsables… En algunas cosas me salía y en otras, como en los estudios, pues no. Aprobaba todo el curso en una semana de verano, la verdad… Mis padres, antes de casarse practicaban y eso. Incluso eran catequistas, pero a raíz de casarse lo dejaron todo… cuando éramos pequeños, no iban a misa… Yo iba a misa y a la parroquia, pero lo vivía como un juego… y encima nos daban pasta… la misa yo lo veía como un teatrillo… nunca me influyó la Iglesia en mi carácter ni en mi vida para nada… Tuve problemas con las notas desde siempre… Luego he estudiado Teología y todo. ¡Es increíble! Y ahora soy la dedicada a la formación de las jóvenes… No paraba de llevar notas a casa de mal comportamiento, de no hacer los deberes… Me acuerdo de tirar muchas de aquellas notas para mis padres al río… aprendí más con castigos que con motivaciones… siempre me quedaban siete u ocho.

A los doce años rompo totalmente con la parroquia… dejo de ir a misa y en el colegio decido apuntarme a Ética y dejo Religión. Mi corazón no cuadraba con lo que se celebraba en misa… por entonces comencé a practicar deporte… Lo que buscaba entonces era triunfar, el éxito…. Me gustaba mucho la aventura y cuanto más riesgo corriese, mejor… Practiqué judo… después tenis, pero me aburría… hasta que vi una exhibición de esgrima y me dije «¡Esto es lo mío!».

Practicaba a escondidas… hasta que una chica me clavó en la cara, debajo del ojo… La bronca fue descomunal… Me vi como una estrella en ciernes… me lo pasaba muy bien. Pero el triunfo tiene un peaje, fue que empezó a surgir la soberbia… A veces era tan superior que si podía ganar humillando, yo humillaba… Cinco a cero mejor que cinco a uno…

Fui campeona de España en tres categorías diferentes… Me hablaron de los Juegos Olímpicos de Atlanta (1996)… Ese año de los dieciséis fue el más fuerte de mi vida… Iba siempre con chándal porque era deportista… Al principio, mi satisfacción era total. La gran lucha fue que el deporte tiene una trampa… corres el riesgo de convertirte en un dios… Recuerdo que mi entrenador decía: «Si ganas el campeonato, te invito a una mariscada. Si pierdes, al Burger King.» Eres como una foca del zoo a la que le dan una sardina si lo hace bien… Recuerdo haber ganado medallas de plata , salir del gimnasio y tirarla al contenedor de basura, porque ser segunda era haber perdido… Sólo te satisface ser primero. Probé ser primera desde pequeña. Gané muchísimos campeonatos provinciales y regionales…

La trampa está en que es verdad que te satisface mucho el triunfo… pero cuando te quedas sola en la habitación del hotel, te tumbas en la cama y dices: «Y ahora… ¿qué?». Era un vacío enorme… cuando hay deportistas de éxito que se acaban suicidando, yo los entiendo perfectamente… se desata una lucha enorme entre cómo te ves y cómo hacen que te veas, y cómo eres, que eso es lo que sabes en el silencio y la soledad de tu habitación… el éxito no satisface el corazón.

— ¿Por qué lo dejaste?

— Porque se me cruzó Dios… En esgrima, con 16 años, era una promesa para los Juegos Olímpicos… Tenía que empezar a dedicar ocho horas diarias a entrenar… Dios se les adelantó. Él ya había entrado en mi vida… Tenía 14 años cuando una amiga me habló de pasar un día en un convento. «Tía, no tienen nada, pero no les hace falta. ¡Son muy felices!» … Yo lo tenía todo, pero me sentía vacía. Yo tenía chicos, los que quisiera y bien guapos, porque me movía siempre entre deportistas. Drogas, todas las que quisiera… no por el antidoping; algún porro… Nos íbamos de cena y copas. Era una pasada…. Pero hay algo dentro del corazón a lo que nada de eso puede llegar… Recuerdo que cada vez tenía más cosas y cuantas más tenía, más grande era el vacío… era como el efecto de una borrachera… La euforia del podio y de verte en los periódicos… pero la resaca es terrible. Brutal.

… Vencía casi siempre… salía mucho. Vivía instalada en el éxito… Pero mis padres sabían que aquello no era seguro. Salía con gente mayor, pero… nadie podía decirme que dejara de hacer lo que me daba la gana… A los quince o dieciséis años me junté con una un grupo de rockers… botas de cuero con puntera, tachuelas en la cazadora… alcohol y muchas peleas… ¡Yo sacudía a menudo! … Era triste y me daba cuenta…

Conocí a esta amiga que me habló de las monjas y Dios, a través de ella, me cambió… Ella era una niña pija y yo… acabé vistiendo Levi’s.