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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

StatPress

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Desde: 24/09/2015

III.3.0.0. Tentaciones de Jesús. Narración evangélica.

Los tres evangelistas sinópticos sitúan las tentaciones de Jesús después de su bautismo por Juan. Damos la versión de San Mateo.

«Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.» Mas él respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.»

Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo, y le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna.» Jesús le dijo: «También está escrito: No tentarás (1) al Señor tu Dios.»

Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: «Todo esto te daré si postrándote me adoras.» Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto.» Entonces el diablo lo dejó. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían».

Traducido a nuestro leguaje, las tentaciones que el diablo pone a Jesús son la riqueza, la gloria y el poder.

Riqueza: Contra el ansia de poseer cosas, la sencillez de vida dando prioridad, no a las cosas materiales que se poseen y necesariamente han de abandonarse, sino a la sabiduría, a la palabra que viene de Dios… que es fundamentalmente todo lo contrario: compartir, servir, promover la justicia…

Gloria, fama: Esperar milagritos para resolver los problemas de las catástrofes naturales y las provocadas por nosotros mismos («Tírate abajo»), no es actitud seria. Tenemos capacidad y libertad para resolver. El problema que siempre queda como «colgando» es ¿seremos capaces solos los hombres de resolver las atrocidades del mal entre nosotros mismos? ¿seguiremos echando la culpa a Dios del mal natural o del que nosotros mismos «producimos»?

Poder: Contra la tentación del poder, incluso del bien intencionado (supongamos el de los políticos), el realismo de Jesús: nada ni nadie es digno de ser adorado, ni los poderosos, ni los ricos, ni los sabios, ¡ni los votos!… Los hombres sólo debemos «adoración» a Dios. Esto no significa despreciar los poderes de los hombres; pero sí significa conocer sus límites y que han de estar al servicio de los demás.

Padre nuestro, que estás en el cielo;
Santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal.

Amén

Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

(1) Tentar significa aquí «poner a prueba el poder de Dios exigiendo un milagro».