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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

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Desde: 24/09/2015

II.3.0.03. Ocuparse de «su misión». Vocación.

Vocación quiere decir «llamada». Las personas nos sentimos llamadas a hacer o ser algo en la vida. Suele limitarse esta palabra a su significado religioso: vocación al sacerdocio, a las misiones, etc. Pero esto es una limitación desafortunada. También la vida matrimonial es una verdadera vocación.

Jesús fue creciendo en su aldea de Nazaret como uno más. Sin embargo dejó muy claro a sus padres que «debía ocuparse en las cosas de su Padre Dios». Así respondió a su Madre cuando lo encontraron en el Templo.

Jesús terminó viviendo solamente para ayudar a su pueblo a acoger el «Reino de Dios». Le llegó la edad de casarse, pero no lo hizo. Después dejó familia y trabajo y se fue al desierto, se acercó a Juan el Bautista, lo dejó y se fue solo a recorrer los pueblos de Galilea; le seguían hombres y mujeres. Anunciaba la «Buena Noticia de Dios». Desconcertaba… No se casó, pero no despreciaba la familia. Él se centra en su misión, en lo que estima que es su vocación. Pasa de críticas por tener mujeres entre quienes lo siguen habitualmente. Se preocupa de que cuantos se acerquen a él recuperen la estima social y la propia: endemoniados, leprosos, enfermos… marginados por una sociedad que, en algunos aspectos, ya era como la actual.

«Jesús se esfuerza por suscitar una familia más universal, compuesta por hombres y mujeres que comprendiendo el amor de Dios a todos los seres humanos se esfuercen por vivir para los demás, incluso antes que para sí mismos. Pocos rasgos de Jesús nos descubren con más fuerza su pasión por el Reino y su disponibilidad total para luchar por los más débiles y humillados. Jesús conoció la ternura, experimentó el cariño y la amistad, amó a los niños y defendió a las mujeres. Jesús vivió su celibato como brotado de su pasión por Dios, su Reino de amor y fraternidad universales, y por los hijos e hijas más pobres y despreciados.»

Señor Jesús: tú dijiste que eras nuestro Camino, Verdad y Vida. Me gustaría seguir lo enencial de tu Camino, ser bueno con todo el mundo, querer, perdonar, … y que esto lo haga con alegría. Ya sé que es mucho pedir. Pero te sobran posibilidades de dar. Haz que vea mi vocación, aunque tenga que caminar, a veces, por sendas obscuras. Así sea.

Padre nuestro, que estás en el cielo;
Santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal.

Amén

Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora