II.1.1.19. San Lucas. Nacimiento del Bautista.
El texto evangélico dice así:
«Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan.» Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre.» Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios…
Zacarías, lleno de Espíritu Santo, cantó un salmo de agradecimiento por la elección de Israel como pueblo escogido. Continúa, refiriéndose ya a su hijo Juan:
Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar sus caminos y dar a su pueblo conocimiento de salvación por el perdón de sus pecados; por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, que hará que nos visite una Luz de la altura, a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz.» El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel».
La enseñanza de fe es evidente: Juan y Jesús son «hechura» de Dios. Juan nace de padres ancianos. Jesús, de una madre virgen. Las leyes naturales y humanas no valen para explicar el misterio de Dios. Ambos nombres son propuestos por Dios.
Los dos cánticos, el Magníficat y el Benedictus, son salmos de acción de gracias. Con Juan comienza el tiempo del Nuevo Testamento, el de Jesús, el de una salvación «realista»… (aunque nos resistamos a «verla»).
¿Veis «algo», lo que sea, de origen divino en vuestras vidas? ¿Qué? Pues si es que sí, a dar gracias. Si es que no, ¡a mirar bien!
Padre nuestro, que estás en el cielo; Danos hoy nuestro pan de cada día. Amén |
Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo. Santa María, Madre de Dios, Amén |
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. |