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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

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I.3.4.1. Las razones de Gamaliel.

Gamaliel era un Maestro de la Ley, fariseo, cumplidor de la Ley, culto y profundamente religioso.

Los cristianos crecían y crecían en número como si se tratase de un contagio imparable. Para colmo, subían cada día a orar al templo como los israelitas más piadosos. Además, en torno a ellos surgieron milagros de un parecido mosqueante con los de Jesús. Seguían por supuesto proclamando su doctrina: El amor, el perdón, la ayuda, etc. al prójimo, fuese quien fuese, era mucho más importante que el cumplimiento minucioso de las normas de la Ley, cuyo mandamiento principal «Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo», ellos completaban con lo que dijo Jesús:«incluso a los enemigos».

La cuestión parecía tan grave a los miembros del Senado judío que organizaron una persecución de la «nueva doctrina» en toda regla. Las sesiones del Sanedrín debían de ser bastante animadas. Dominaban los «halcones». Un joven cristiano, Esteban, fue lapidado. Los moderados «se conformaban» con mandar apalearlos… Apalearon a los Apóstoles y lograron una declaración preciosa de Pedro y Juan en el mismísimo Senado: «Pensad si es justo delante de Dios obedeceros a vosotros en vez de obecerle a Él. No podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído». También había sensatez. Gamaliel dio el argumento perfecto: … «Os aconsejo que dejéis a estos hombres y no os metáis con ellos; porque si este asunto es cosa de hombres, fracasará; pero si es cosa de Dios, no podréis vencerlos.«

Gamaliel señaló exactamente el punto clave del fenómeno social de la expansión del cristianismo. «Si es cosa de Dios…» Conforme a las leyes de la dinámica social, era absolutamente imposible que el «movimiento Jesús» prosperase. Este «movimiento» pedía a sus seguidores todo lo contrario de lo que cualquier líder social con sentido común pediría a la gente: desprendimiento de las riquezas, perdonar siempre, etc.

El grupo siguió y dura hasta hoy. El «factor mutante», «Obra de Dios». Es la única explicación sensata del fenómeno de la expansión del cristianismo, entonces ¡y ahora!

Resultan curiosas y patéticas las explicaciones de este fenómeno que se han intentado a lo largo de la Historia: mitos, gente paranoica, alucinaciones grupales, sociedades ocultas… ¡Pero hombre! ¿Cómo puede haber gente tan intensamente tozuda como para no ver el dedo de Dios en esta historia?

Padre nuestro, que estás en el cielo;
Santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal.

Amén

Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.