I.3.2.1. Solidaridad total con los seres humanos.
II Guerrra Mundial. Campo de exterminio de Auswitch. Todos los prisioneros son obligados a contemplar el ahorcamiento de un niño. Es difícil imaginar mayor brutalidad. En el silencio del terror, un grito, «¿¡Donde está Dios!?»…
¿Por qué si Dios es todopoderoso y Bondad absoluta puede permitir esta maldad diabólica? Ningún cristiano de corazón, de mente, de compromiso, … tendría respuesta si Jesús no hubiese muerto colgado en una cruz: sufrimiento físico espantoso; sufrimiento moral total.
- Predicó que el amor del Padre es la esencia del Reino que ya está entre nosotros,
- que su Padre Dios nos quiere a todos con verdadera locura,
- que nos salvaremos porque su Padre Dios, su Abbá, su Papá, no nos abadonará en la desesperación definitiva de la muerte y la desaparición en la nada de la que Él mismo nos sacó.
Todo eso cierto, pero Él está clavado en la cruz, agonizando por la tortura, desangrado, sediento, abandonado por los suyos, sólo ante los insultos y risas de los que lograron colgarlo del madero. Hacen burla de su persona y de su mensaje. De Él sale un grito de angustia que encoge el alma: ¡Padre, Padre! ¿por qué me has abandonado? ...
La respuesta al grito de Auswitch en 1944 está en la cruz de Jerusalén el 7 de abril del año 30, en Jesús crucificado, un varón que absorbió la maldad humana hasta las esencias más puras de la perversión y el refinamiento del odio y la venganza… Él mismo en persona bajó a las cloacas de la maldad humana y bebió hasta las heces esa maldad.
La respuesta al grito de Auswitch está en Jesús y en el misterio de nuestra libertad. ¿Por qué Dios no arrasa con un manotazo de su poder toda la porquería con la que convivimos los hombres y mujeres de hoy y de siempre?
A lo largo de la Historia los hombres hemos ensayado muchas «técnicas redentoras» basadas en la fuerza, en la imposición, en la negación de la libertad y de la Verdad de los Seres Humanos. Resultados: millones de muertos, sufrimiento horroroso, injusticia mayor… ¡y no acabanos de aprender la lección!
Momento ideal para rezar: Padre nuestro, ¡de todos! … Venga a nosotros tu Reino… Perdónanos ¡como nosotros perdonamos!… Líbranos del mal; sobre todo del mal que nosotros mismos somos capaces de hacer.
Padre nuestro, que estás en el cielo; Danos hoy nuestro pan de cada día. Amén |
Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo. Santa María, Madre de Dios, Amén |
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. |