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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

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VI.5.1.01. La oración del «Acordaos».

Hoy recordamos el rezo del «Acordaos». Es una oración llena de confianza en «nuestra Buena Madre María». San Marcelino Champagnat (el fundador de los Hermanos Maristas) la rezaba con muchísima frecuencia. Para él siempre fue un auténtico milagro que se salvasen de perecer de frío en cierta ocasión. Él era coadjutor en una parroquia de las montañas del Pylat, cerca de Lyon. Tenía que atender a las muchas aldeas de su parroquia. En pleno invierno, salió a atender a un enfermo en una aldea bastante lejana. Le acompañó el Hermano Estanislao. De regreso, noche cerrada, fortísima tormenta de nieve, frío intenso. Perdieron el camino. Desorientados por completo y ya exhausto el Hermano Estanislao, se puso de rodillas y rezó el «Acordaos». Al poco rato, vieron la luz de un farol. Llamaron a voces; se acercaron. Era el dueño de un caserío que, en vista del temporal, salió por fuera de la tapia con su farol para ver si había algún desperfecto. «Esta casualidad» les salvó la vida. El Padre Champagnat siempre consideró el hecho como un verdadero milagro. Por tradición, en esta oración nos dirigimos a María  con el tratamiento de Vos, que ya no se usa. Recemos:

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, Que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado por esta confianza, a Vos también acudo. ¡Oh Madre, Virgen de las vírgenes!, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. Oh Madre de Dios!, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.

La siguiente canción de Kairoi es la misma oración algo cambiada.

ACUÉRDATE, MARÍA

Acuérdate, oh Virgen María que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que han acudido a ti
implorando tu asistencia, reclamando tu socorro,
haya sido abandonado de ti.

OH, OH, MARIA, OH, OH, MARIA, OH, OH, MARIA, OH, OH, MARIA.

Acuérdate, oh Virgen María que eres Madre del amor,
y nos amas cuando amamos en el Señor.
Confiados en tu mano, hoy venimos ante ti con un canto de alegría en el corazón.