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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

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VI.5.0.18. Segunda carta de San Pedro: Piedras vivas del templo del Espíritu.

Es el último escrito del Nuevo Testamento. El autor lo atribuyó a San Pedro para darle mayor autoridad. Por entonces, eso era habitual. La carta es como una encíclica (escrito de los Papas dirigido a la cristiandad). Transcribimos dos párrafos de significado esencial para nuestro «ser» de cristianos:

Acercándoos al Señor Jesús, la Piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios,también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu…

Para vosotros, los creyentes, es de gran precio, pero para los incrédulos es la piedra que desecharon los constructores; esta se ha convertido en piedra angular (1), en piedra de tropezar y roca de estrellarse.

Muchísimos somos cristianos de pacotilla… Los de entonces eran minoría, y perseguidos. Se molestaban en saber y entender muy bien lo que significaba ser cristianos… Como está sucediendo ahora mismo en algunas naciones en las que basta ser cristianos para estar expuestos a que los maten. Pakistán: Le preguntaron a una señora católica al salir de misa si no tenía miedo a morir. Pocos días antes había estallado una bomba a la salida de una celebración y murieron muchos cristianos. Ella contestó: «¡Claro que tengo miedo! Pero, a fin de cuentas, ¿qué mejor sitio para morir que en la iglesia?»

Creo que para esta señora y compañeros mártires (mártir» significa «testigo», vivo o muerto) no tendrán ninguna dificultad comprender lo que dice la carta: que somos «piedras vivas» de un gran templo «vivo» en el que la piedra fundamental es Cristo. Que en ese templo, todos somos como sacerdotes ofreciendo a Dios el sacrificio definitivo: unir nuestras vidas, incluso hasta la muerte si llega el caso, a la Vida sobrenatural, (la verdadera vida, aunque nos cueste montón admitirlo) que nos dio Jesús… (Claro que si ni siquiera conocemos a Jesús, lo de ser cristianos nos importará menos que el Tuercebotas Club de Fútbol…)

Padre nuestro, que estás en el cielo;
Santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal.

Amén

Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

(1) Al construir un arco de piedra, van asentándose las piedras laterales sobre un armazón de madera. Cuando se coloca «la piedra angular», la que corona el arco, se apoya en todas y todas las demás piedras en ella. El arco se mantiene solo. Puede retirarse el armazón de madera.