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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

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VI.5.0.06. Primera carta a los corintios. C: «… como los atletas…»


San Pablo estuvo en Corinto año y medio. La comunidad cristiana que se formó era compleja como la sociedad de la ciudad, lo típico de una ciudad portuaria importante. Pronto aparecieron problemas de costumbres y de interpretación de las enseñanzas. San Pablo siguió de cerca esta comunidad. Les escribió cuatro cartas (se conservan dos) y estaba muy atento a sus noticias durante su estancia en Éfeso. Gracias a ello tenemos testimonios preciosos acerca de cómo se formaron las primeras comunidades cristianas y de la transmisión de la fe en Jesús.

En su primera carta les explica cómo había procedido él y cómo debían hacer ellos para llegar a ser buenos cristianos.Sus consejos son perfectamente válidos hoy, 20 siglos después, :

«Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos. Y todo esto lo hago por el Evangelio…¿No sabéis que en las carreras del estadio todos corren, pero uno solo recibe el premio? ¡Corred de manera que lo consigáis! Los atletas se privan de todo; y eso ¡por una corona corruptible!; nosotros, en cambio, por una incorruptible. Así pues, yo corro, no como a la ventura; y ejerzo el pugilato, no como dando golpes en el vacío, sino que golpeo mi cuerpo y lo esclavizo; no sea que, habiendo proclamado a los demás, resulte yo mismo descalificado.«

Las Olimpiadas se renovaron en 1894… Pero se celebraban ya en el siglo V a.C. Era un acontecimiento comparable a los actuales. Tenía carácter religioso-deportivo y se celebraban siempre en Olimpia.

La comparación es sencilla: ser cristianos exige esfuerzo, renuncias, sacrificios… pero tiene sentido: no «corremos» de un lado a otro sin saber qué pretendemos, para qué y hacia dónde dirigimos nuestra vida. Los campeones eran «laureados»: recibían una corona de «laurel» que, lógicamente, se marchitaba. Los cristianos vivimos para conseguir una corona inmarcesible («inmarchitable»). San Pablo habla también de «dominar el cuerpo»: No podemos vivir como si fuésemos animales, regidos tan sólo por el «me gusta/no me gusta». Tenemos voluntad, libertad. Podemos elegir: actuar en conciencia o… ¡lo que me apetezca!

La «conciencia cristiana» es exigente. Por eso rechazan el evangelio muchas personas, aunque «digan» otras cosas: «Los curas son unos aburridos; etc.» Un sacerdote, de sotana, iba cada mañana a decir misa en un convento. Un grupito de jóvenes se cruzaron con él a las siete de la madrugada. Venían del botellón. Le amenazaron con caparle si volvían a verle con sotana. ¿Qué les molestaba: la presencia del cura o su propia conciencia? El cura ni les había mirado.

Pensar un poquito es como un buen desayuno… Va haciéndonos «seres humanos» de valor; y si somos cristianos, de valor inmarcesible…

Padre nuestro, que estás en el cielo;
Santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal.

Amén

Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.