Get Adobe Flash player

Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

StatPress

Visitas hoy: 35
Visitas Totales: 105742
Desde: 24/09/2015

VI.3.6.22. Fiesta de la Epifanía del Señor. Jesús es bautizado por Juan.

«Epifanía» significa «manifestación». En esta fiesta, celebramos tres momentos en que Jesús se dio a conocer de forma muy especial: Reyes Magos, bodas de Canáy su bautismo en el Jordán. Comentamos el bautismo.

El bautismo de Jesús tuvo que ser algo muy importante. Lo narran los cuatro evangelistas. Está lleno de significado:

«Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo… Yo bautizo en agua para que Él sea manifestado a Israel.» Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba del cielo en forma de paloma y se posaba sobre él. Yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: «Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu, Ése es el que bautizará con el Espíritu Santo. Yo lo he visto y doy testimonio de que es el Elegido de Dios». (Jn. 1, 29-34)

«Bautizarse» significaba sumergirse en el agua. Los judíos lo hacían por higiene, como todo el mundo; pero muchas veces eran purificaciones rituales, «de limpieza espiritual». Por eso, cuando San Juan Bautista apareció a orillas del Jordán y predicaba el arrepentimiento de los pecados, la gente vio normal aceptar «su» bautismo, su purificación ritual, sagrada, de limpieza de los pecados.

San Juan Bautista aclaró muy bien que Dios le había inspirado que después de él vendría otro que emplearía un rito similar, pero que su bautismo sería en realidad símbolo de un bautismo diferente: «sumergirse» en el Espíritu Santo de Dios.

A la mayoría de nosotros nos bautizaron recién nacidos. Ahora sí podemos saber el significado de nuestro bautismo y aceptarlo o rechazarlo. Si lo aceptamos, algo tendrá que notarse en nuestra vida y no porque al «limpiarnos» de pecado original ya no tengamos inclinación a hacer el mal, sino porque siendo conscientes de que fuimos sumergidos en el Espíritu Santo, estamos «empapados» de Dios. Si hacemos cosas que nuestra conciencia nos grita que son pecados, sería normal que volviésemos a la «fuente del agua viva» para lavar nuestro espíritu, recibir el sacramento del perdón, confesión.

Muchos bautizados han olvidado sus orígenes, sus fuentes… se encuentran sedientos, agotados, extenuados… en una vida sin sentido, o demasiado pendientes de «pasarlo bien», o huyendo de responsabilidades… ¡Quejándose amargamente de lo mal que está todo!

En una tertulia radiofónica, un psiquiatra decía que, para vivir satisfechos, «era necesario tener un proyecto de vida».Para muchas personas es «ser rico, tener de todo, pasarlo bien». Pero esto sólo se logra a «ratitos y a sorbos». Un «proyecto de vida» hay que pensarlo, consultarlo, ¡¡rezarlo!! Otro contertulio intervino: «A mí, cuando pienso, me salen llagas…». Cierto. Pero también hay muchas personas que buscan «llenar sus vidas» de sentido, calmar su sed espiritual… Los cristianos lo tenemos fácil; hay que molestarse, vencer la pereza, los prejuicios…

Una pregunta final para incordiar un poquito: ¿Vives… te dejas llevar… rezas… o «te salen llagas al pensar»?