VI.3.5.00. Tener fe hoy día.
Hay muchos católicos… Practicantes, muchísimos menos. Y de éstos, no todos creen las mismas cosas: unos están anclados en «la cristiandad» y otros, en «no se sabe qué». Ejemplo: Católicos, sí; pero de colaborar en la parroquia, cero patatero.
Aunque parezca mentira, a muchos de los que nos decimos católicos convencidos, practicantes, seguidores de Jesús comprometidos vitalmente, no son estas diferencias las que nos preocupan. Es mucho más preocupante ver cómo se ha pasado de «no practicar» a «no tener fe».
Ambas cuestiones están relacionadas. Un ejemplo trivial: si un hincha del Atleti deja de ver los partidos, no renueva el carnet, no se entera de cómo va su equipo, etc. dice que «ya no es del Atleti», lo veremos como lógico. Si no «practica», deja de interesarle. El mecanismo psicológico es el mismo. «Si algo no me interesa, se cae de mi escala de valores». Lo preocupante es esa pérdida de valores.
La mayoría de las personas que se encuentran en esta situación (una especie de fe difusa, indefinible, borrosa…) «se pasan» al campo de los agnósticos: «Algo tiene que existir… no me convencen. La misa no me dice nada». Muchos no acaban de entender que ser cristiano es muy distinto de ser, por ejemplo, licenciado en Derecho sin ejercer.
Otros avanzan más: «Jesucristo no existió. Lo he visto en YouTube. Los evangelios se escribieron en los años 70. El cristianismo fue un invento de San Pablo. Todo se manipuló. Ahí está el Código da Vinci».
Por fin, hay personas que se internan por la espiritualidad oriental y se quedan en una especie de «panteísmo o deísmo indefinido» («Dios es todo, es la Naturaleza, es el Hombre…»). Es decir, niegan la posibilidad de relacionarnos con Dios de Tú a tú… («Jesús: rostro visible de Dios invisible».)
Situación muy real. Existen multitud de católicos que son «hinchas de la nada». Están bautizados, hacen la primera Comunión, incluso reciben el sacramento de la Confirmación, se casan por la Iglesia… ¡Y para de contar!
¿Qué nos pasa? Pues que muchos católicos no conocen a Jesús, ni su persona, ni su mensaje, ni su salvación, ni en qué consiste pertenecer a la Iglesia. ¿Causas? Dejadez, dejarse llevar por la mayoría… ¿Quizá miedo auténtico a acercarse a Jesús y escuchar de Él la palabra «¡Sígueme!»?
Duele en el alma. Demasiada ignorancia. «¡No tengáis miedo!»
Padre nuestro, que estás en el cielo; Danos hoy nuestro pan de cada día. Amén |
Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo. Santa María, Madre de Dios, Amén |
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. |