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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

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Desde: 24/09/2015

V.3.1.01. Pentecostés. Presencia de María entre los apóstoles y discípulos.

Hay ateos convencidos de que los católico hemos hecho de María una especie de «diosa femenina… que nos falta en nuestro imaginario colectivo». (¡Toma ya!…)

Lo que nos sobra a los cristianos son razones para tener tanta devoción a María: Es la Madre de Jesús; fue asociada por el mismo Dios, ¡el Dios Creador, el Todopoderoso! al misterio inimaginable de que Él mismo se hiciera un ser humano más, hijo de María… a la cual parece pedirle permiso para hacer «tal barbaridad». Recordemos la Anunciación: María no entiende lo que el ángel Gabriel le dice; el ángel le da una explicación y ella consiente: «Hágase en mí según tu palabra».

Permanece junto a la cruz y recibe en sus brazos el cuerpo torturado a muerte de su hijo. Había cincuentamil razones «humanitarias» para evitarse semejante sufrimiento. Pero sorbió hasta los posos la copa del dolor. Comprendió las palabras que le dijo el anciano Simeón… «Una espada de dolor atravesará tu alma».

Tras la muerte de Jesús, el misterio llegó a su cumbre: la Resurrección. En un primer momento ni los apóstoles se lo creen. Después vuelven a reunirse. Hay que vencer el miedo. Hay que proclamar lo que han visto y oído. Hay que salir a la calle. Hay que gritar a los judíos de Jerusalén que lo que había pasado unas semanas antes era parte de la salvación anunciada por Dios a su pueblo…

En aquellas reuniones de oración, de comunicación, de fortalecimiento de su fe, estaba la Madre del Maestro… del que ahora ya comprendían que era el Cristo, Mesías, Salvador.

Por tanto, la presencia de María entre nosotros es lo más natural del mundo: sus imágenes, su devoción, la dedicación de iglesias… Sentimos la ternura de su presencia cuando las cosas nos van bien y cuando nos van mal, cuando estamos ilusionados con un nuevo amor o un nuevo proyecto… o cuando estamos al borde de la desesperación, del desánimo, de las decisiones dolorosas… Una antigua alumna de maristas me comentó una vez: «Yo no entiendo a los maristas. Se pasan en eso de la devoción a la Virgen. Yo creo que no es para tanto…». Me quedé de piedra. Infancia y primera juventud con maristas… y no había entendido nada…

María, Madre de Jesús y Madre nuestra, ayúdanos a ser buenos cristianos.

Padre nuestro, que estás en el cielo;
Santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal.

Amén

Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.