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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

StatPress

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Desde: 24/09/2015

V.1.0.00. Resurrección.

Los judíos no tenían nada claro qué pasaba con los muertos… Hablaban del «sheol», lugar situado en el fondo de la Tierra, obscuro, lleno de polvo, cárcel eterna… Pero creían que no desaparecían en la nada. Para los judíos, una «persona» era una «persona»; nada de cuerpo y espíritu. Al morir, se descomponía el cuerpo ¿y qué era de la persona? No sabían. Al sheol con ella a esperar. Esperaban una resurrección de los muertos. ¿Cuándo? «Los tiempos de los judíos»siempre eran los del Mesías del que no sabían cuándo llegaría.

La cultura griega lo tenía algo más claro. Según Aristóteles todos los seres vivos tenían cuerpo y alma. El alma era el «principio vital». Al morir, el alma se separaba del cuerpo, que se descomponía. El alma humana permanecía ¿dónde y cómo?…

Para todos, una resurrección era necesariamente una revivificación:

Los judíos no conocían ninguna. Su idea de «salvación» estaba mucho más relacionada con «esta» vida temporal aunque fuese en el futuro, que con una existencia posterior tras la muerte. La prosperidad en esta vida era signo de bendición de Dios.

Para la cultura griega la cosa quedaba más clara: el alma volvía al cuerpo y juntos los dos principios, el material y el formal, el difunto volvía a vivir. Pura teoría. Nunca lo comprobaron. Cuando San Pablo les habló en el areópago de Atenas de un muerto que había resucitado se rieron de él, le «perdonaron la vida» y … «¡Ya otro día te escucharemos!»

En la actualidad, se ha puesto de moda la «meditación transcendental» que persigue la idea de un estado de paz y autodominio que recuerda el nirvana. La noción de un «dios impersonal» lleva a formas y conceptos de vida sin religión real (no re-ligadas a Dios), aunque conducen a niveles elevados de la mente humana.

«Pero entonces ¿qué es la resurrección para los cristianos?» Los cristianos creemos que tras la muerte biológica«seguimos teniendo conciencia de ser nosotros mismos». Los cristianos «creemos», no demostramos, que tras la muerte seguimos existiendo ya fuera del espacio y del tiempo; existencia real y «personal» en Dios. ¿Qué quiere decir eso? Topamos con el límite de la razón, nos es absolutamente incomprensible. Admitimos la verdad enseñada porque alguien nos lo ha revelado, no porque lo comprendamos.

Me decía un compañero de claustro, católico practicante:

— «¿Pero tú crees que en el cielo podremos charlar entre tú y yo como lo estamos haciendo ahora?»

— «Como ahora», imposible… porque «ahora» nos comunicamos por los sentidos corporales.

— «Entonces ¿cómo será eso?»

— Es posible creerlo. Es imposible comprenderlo. Yo estoy seguro de que será una situación similar a lo que ahora decimos «tener conciencia de nosotros mismos». Pero me es, nos es, imposible imaginarlo.

Esta es la causa de muchos ateísmos: como no pueden comprender, no pueden creer. Me lo dijo un alumno de bachillerato hace años: «Es que para tener fe hay que ser humildes…». Lo perdí de vista y casi de la memoria. Hace poco me enteré que es sacerdote.

Padre nuestro, que estás en el cielo;
Santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal.

Amén

Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.