IV.5.7.00.bis. Descendimiento de la cruz.
Los crucificados tardaban dos o tres días en morir. Sufrimiento espantoso. Sus gritos aterrorizaban a la gente. Ese era un objetivo del castigo. Pero Jesús tardó sólo unas tres horas en morir en la cruz debido a la tortura previa de la flagelación. Era el atardecer. Para los judíos comenzaba ya el sábado. Romper a mazazos las piernas de los crucificados era otra maldad. Los huesos rotos duelen brutalmente; estando colgados de la cruz, este dolor tenía que ser insoportable.
Texto de San Juan:
«Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado – porque aquel sábado era muy solemne – rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran. Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con él. Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. El que lo vio lo atestigua y su testimonio es válido, y él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis…Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió. Fueron, pues, y retiraron su cuerpo. Fue también Nicodemo – aquel que anteriormente había ido a verle de noche – con una mezcla de mirra y áloe de unas cien libras. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas con los aromas, conforme a la costumbre judía de sepultar. En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido depositado. Allí, pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús».
Llamamos imágenes de «La Dolorosa» o de «La Piedad» o «Las Angustias» a las imágenes que representan a la Santísima Virgen con Jesús muerto en sus brazos al pie de la cruz. Muchas de estas imágenes colocan en el pecho de María un corazón con siete espadas. Alude a los «siete dolores» (número simbólico) espirituales de la Santísima Virgen.
También dio lugar esta estampa a un himno mariano grandioso, el «Stabat Mater». Damos una imagen de Gregorio Hernández y unas estrofas en latín y español del «Stabat Mater».