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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

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IV.3.2.01. El Templo judío ha pasado…

 

Jesús predicó mucho, curó milagrosamente a mucha gente, se mostraba profundamente bueno, pero… «Lo peor» de Él era que con su predicación y las ideas que iba dando a entender a quien quisiera escucharle, iba por la vida diciendo que la razón de ser del Templo había caducado, que » a Dios se le rezaría y adoraría en espíritu y en verdad en cualquier parte», que los sacrificios de animales valen nada al lado del verdadero sacrificio que es un corazón arrepentido, humillado, misericordioso, que perdona, que no busca venganza ni el mal ni siquiera para el enemigo, etc. No es que Jesús quisiera cargarse el Templo de Jerusalén a toda costa; decía sencillamente que esa idea de Templo único, nacional, con sacrificios de animales, etc. ya no valía.

Los «habitantes» del nuevo Reino de Dios sólo ofrecerán un sacrifico y una sola vez: la vida y muerte de Jesús. En adelante, los cristianos recordarán este sacrificio y lo repetirán ritualmente en la misa. Ya no habrá sangre de animales para purificarnos de nuestros pecados. Ofreceremos a Dios arrepentimiento, alabanzas, peticiones, buenas acciones, alegrías y penas, propósitos… todo ello simbolizado en las humildes ofrendas del pan y el vino que el sacerdote «consagra» (hace «sagradas») para que sean presencia de Jesús, misteriosa pero real. Los cristianos no repetimos una y otra vez el sacrifico de Jesús; lo recordamos y celebramos porque esa fue la oración suprema de Jesús mediante la cual y en su nombre nos dirigimos, no al Dios terrible que muchos pueblos se habían imaginado, sino al buen Dios y Padre de Jesús y de todos los seres humanos, que nos quiere… nos espera para celebrar una fiesta inimaginable…

El Templo era, además, signo y realización de diferencias y separación entre los hombres y los pueblos (judíos – gentiles, poderosos – humildes, hombres – mujeres). Era también el lugar por excelencia de las purificaciones rituales que acostumbraban los judíos. No es que Jesús condene estos ritos, que por otra parte todas las religiones que en el mundo han sido los han practicado de una u otra forma. Es sencillamente que en el nuevo orden del Reino de Dios, esos símbolos están bien, pero no son lo fundamental. La purificación importante es la que se realiza en el corazón de los hombres: «Lo que mancha al hombre no son las cosas que entran en el cuerpo, externas, sino las que salen de su corazón: el odio, la envidia, la venganza, etc.» Y esta purificación, pocos ritos necesita. Los cristianos conservamos la purificación ritual del bautismo, la imposición de las manos en la confirmación, etc. Eso sí: ritos cargados de significado, pero de realización muy sencilla.

¿Eres consciente de lo que haces asistiendo a misa? ¿Nunca asistes? ¿Eres cristiano o…?

Padre nuestro, que estás en el cielo;
Santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal.

Amén

Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.