¡¿Jesús de Nazaret?! ¡Ah, sí!

Antropología es «tratado del Hombre, del Ser Humano». Para muchas antropologías, la especie Homo sapien sapiens es producto de la evolución. Desde el punto de vista de la naturaleza «pura y dura», lo más singular de los individuos humanos es que han alcanzado como especie el nivel de pensamiento abstracto y lo que es aun más especial, la capacidad de elegir, decidir: libertad. Los individuos de la especie humana son capaces de pensarse a sí mismos como «separados» del resto de la Naturaleza y darse o reconocerse un destino en su vida.

Sobre el nivel del pensamiento abstracto y la libertad se sitúa la capacidad espitiritual. Hay gente, y pensadores, que niegan esta capacidad al no darle una entidad diferente a la del pensamiento abstracto. Por ello, les resulta muy difícil encontrar una explicación «natural» al hecho, por ejemplo, de «dar la vida libremente por otros individuos». Más fácil: la aparición de la libertad y espiritualidad son inexplicables por pura evolución natural.

Para los antropólogos y moralistas «naturales» estas capacidades son un muro infranqueable… aunque lo «tapen» con «hiedra mental» muy frondosa. Muchas antroplogías antiguas (Platón, Buda, etc.) son religiosas. Explican el ser de los hombres en relación con Dios.

La Moral y la Ética estudian la conducta humana. Lógicamente, son inseparables del concepto que cada «pensador» tenga del Ser Humano. Dicho de otra manera: en realidad, Moral y/o Ética forman parte de la teoría antropológica de cada «pensador»… (o de cada quisque, aunque nadie nos dé la categoría de «pensadores»).

¿Introduce Jesús de Nazaret «algo nuevo» en esa antropología «natural»? Sí; ¡y fundamental!

La respuesta, otro día. Mientras, ¡a pensar, leer y rezar! Porque acercarse a Jesús sin «charlar» con Él, es como hartarse de pasteles… mirándolos en un escaparate.

El vídeo siguiente ayuda a colocar los puntos sobre las íes… (5 minutos)