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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

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III.4.6.22-bis. Limpios de corazón: olvidarse de sí. Un ejemplo. **

Tuvimos un tutor que cuando quería llamar la atención de alguien por su egoísmo, «corazón pegajoso», le decía: «¡Eso…! Yo, mi, me, conmigo y to pa mí!». Jesús dijo: «Seréis felices, bienaventurados, si vuestro corazón es limpio». Se entiende mejor con un ejemplo. Observemos que las personas que se juntan para ayudarse se exigen, lo primero, «limpiar el corazón» de los odios, rabias, rencores, etc. que, dadas sus circunstancias, seguramente guardan.

Lo tomamos muy libremente de Religión en Libertad, ReL, un diario digital católico. El periodista entrevista a María Luisa Erhardt. Febrero de 2013.

«Me separé joven, tenía 30 años y llevaba tres mirándome a mí misma. No podía culpar al otro porque no tenía poder sobre el otro». Con extraordinaria serenidad, María Luisa Erhardt explicó las circunstancias de su separación como origen remoto de lo que desde 2006 es Betania.

Esta organización acoge a mujeres separadas con la idea de «sanar» el mal que esos procesos causan: «En Betania primero se escucha, después se ama, y luego todo eso lo ponemos en el Señor y en la Virgen y rezamos con corazones abiertos… Aquí no culpabilizamos a nadie, no nos permitimos juicios, prejuicios, rumores ni críticas«.

Es, un poco, como el «santuario-hogar» que María Luisa creó tras su separación. Los hijos son las «víctimas inocentes». Uno de sus tres hijos es ahora sacerdote.

«Dios me enseñó a conocerme a mí misma. Le pedí que entrase en mi vida y me ayudase a conocerme para así autoeducarme y poder educar a mis hijos». Y habla del papel de la Virgen María en su vida (y en Betania). Rezándole con insistencia en el santuario de Schönstatt aparecieron dos palabras atribuidas a Ella, «atenta y disponible»: así es como el grupo quiere recibir y ayudar a las personas que acuden buscando comprensión.

Se trata de cerrar heridas porque «en el rencor Dios no puede actuar». A las mujeres que acuden al grupo se les pide «abrir el corazón, no tapar, porque es la forma de saber dónde están nuestras limitaciones. En ocasiones son personas que no han podido llorar de tanto sufrimiento, y llorar es entonces una desintoxicación del alma».

Además se presta un servicio: «Cuando Dios sana a una mujer sana a una madre, con ella a unos hijos, con ellos a una familia y con ella a una sociedad», explicó María Luisa.

«En Betania trabajamos el perdón, perdonándonos a nosotras mismas… Intentar ser perfectos es un problema de orgullo y de soberbia, porque somos imperfectos». Otra paradoja: «que sólo puede ser humilde quien tiene una autoestima alta. Si no conoces tus capacidades, no puedes saber lo que Dios quiere de ti».