III.4.2.06. Apreciar al prójimo… y decírselo. Una historia real
Una maestra pidió a sus alumnos que pusieran los nombres de sus compañeros de clase en un folio, dejando espacio entre nombre y nombre. Después les pidió que escribieran debajo de cada nombre «la cosa más linda que pudieran decir de cada uno». Recogió las hojas.
La maestra preparó un folio para cada alumno, copiando en él las cosas lindas que le habían dicho sus compañeros y compañeras. Después entregó a cada uno su hoja. Casi inmediatamente toda la clase estaba sonriendo.«¿Es verdad?»«Yo nunca supe que podía significar algo para alguien»; «Yo no sabía que me querían tanto».
Varios años más tarde uno de los estudiantes murió en Vietnam y la maestra asistió al funeral. Sus compañeros de clase estaban en la iglesia. La maestra fue la última en acercarse al ataúd. Uno de los soldados de la guardia de honor se acercó a ella y le preguntó: «¿Era usted la profesora de matemáticas de Marcos?». Ella balbució: «Sí». «Marcos hablaba mucho de usted».
Después del funeral, la mayoría fueron juntos a merendar. Estaban también los padres de Marcos, deseosos de hablar con la profesora. «Queríamos mostrarle algo», dijo el padre, sacando del bolsillo una cartera. «Lo encontraron en la ropa de Marcos cuando fue muerto. Pensamos que tal vez usted lo reconocería». Abrió la cartera, sacó cuidadosamente dos pedazos de papel gastados, arreglado con cinta adhesiva, que había sido abierto y cerrado muchas veces. La maestra reconoció la hoja enseguida. «Gracias por haber hecho lo que hizo» dijo la madre de Marcos. «Como ve, Marcos lo guardaba como un tesoro».
Los ex compañeros de Marcos se juntaron alrededor. Carlos sonrió y dijo tímidamente: «Yo todavía tengo mi lista. La tengo en el cajón de arriba de un armario de mi escritorio». La esposa de Felipe dijo: «Felipe me pidió que pusiera el suyo en el álbum de la boda». «Yo tengo el mío también, dijo Marilyn, está en mi diario». Entonces Victoria, una de las compañeras, mostró al grupo su gastada y arrugada hoja. «Yo la llevo conmigo todo el tiempo», y sin pestañar añadió: «Y creo que todos la hemos conservado». Entonces la maestra se sentó y lloró. Lloró por Marcos y por todos sus compañeros que no volverían a verlo.
Estamos tan ocupados que olvidamos que la vida terminará un día. No sabemos cuándo. Así que aprovechemos cualquier momento para decir a las personas que conviven con nosotros que las queremos y que son especiales e importantes para nosotros.
Una reflexión: ¿Cómo andamos de envidiejas, de morros, de cabreos, de críticas, de…? ¿No es inmensamente mejor decir a quienes conviven con nosotros las cosas buenas que hacen, que tienen, etc.?
Y una sugeencia: Repetir la experiencia en vuestro grupo… la del folio; no la de la guerra.
Padre nuestro, que estás en el cielo; Danos hoy nuestro pan de cada día. Amén |
Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo. Santa María, Madre de Dios, Amén |
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. |