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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

StatPress

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III.4.2.04. Parábola del Buen Samaritano. (xxx-13)

 

El escriba, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?».

Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarlo y golpearlo, se fueron dejándolo medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verlo, dio un rodeo. De igual modo, un levita (hombres que atendían el culto en el Templo)que pasaba por aquel sitio lo vio y dio un rodeo.

Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verlo tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: «Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.»

¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo: «Vete y haz tú lo mismo».

Difícilmente se podría inventar una historia mejor para explicar quién es el prójimo de cada uno. Dos aclaraciones:

Primera: «Prójimo» deriva de «próximo»: quien está a tu lado, quien convive contigo, quien te encuentras en la vida. «Amar» a los pobres niños que trabajan en las minas y que están a miles de kilómetros… es posible amarlos y demostrarlo con donativos, protestas en Internet, política… ¡Y yéndose a esas tierras distantes a estar con ellos! ¡Serán aun más «próximos-prójimos!

Segunda: La elección de un samaritano como «verdadero prójimo» no es casual. Podría haber sido otro judío. Así, la parábola deja meridianamente claro que quienes «no son de los nuestros» ¡también! son prójimo nuestro.

Conclusión: El «buen samaritano» ayuda y no exige nada a cambio… Nuestro Padre Dios no nos exige «pagar» nada…

Una minihistoria real: Reportaje en TV sobre la ayuda española a pueblos pobres. Orfanato para huérfanos de guerra. El reportero pregunta a la monjita en tono de guasa: «Qué, Hermanita ¿se bautizan muchos niños?». Por toda respuesta, la monjita lo miró y sonrió…

El reportero se mostró socarrón con su pregunta. Con la sonrisa de la religiosa, quedó de «estúpido cualificado»… La «Hermanita» está allí a cambio ¡de nada! Ni siquiera espera las gracias; ha comprendido la parábola de Jesús.

Padre nuestro, que estás en el cielo;
Santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal.

Amén

Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.