¡¿Jesús de Nazaret?! ¡Ah, sí!

Jesús dijo que Él era Camino, Verdad y Vida. Su misma vida está narrada en San Marcos como una peregrinación de Galilela a Jerusalén, ciudad en la que consumó «su vida y obra»: la Salvación de la Humanidad. Cualquier persona que haya hecho una peregrinación de cierta importancia «palpa» la similitud entre peregrinar y vivir.

Nuestro camino vital cristiano empieza en el bautismo. No somos conscientes de ese camino espiritual que emprendemos al ser bautizados. Esta conciencia se agudiza en momentos especialmente importantes de nuestra vida. Ejemplo: Cuando un hombre y una mujer cristianos se deciden a vivir juntos en la responsabilidad, en las obligaciones, etc. propios del matrimonio.

Situación similar a la profesión religiosa o consagración sacerdotal. Personas mayores que se comprometen a servir a Dios sirviendo a los demás, sea en la oración (vida monástica), o en otros servicios (educación, hospitales, misiones, etc.). Siempre para «dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar».

Pues bien. En este caminar de la vida que hacemos todos siempre aparecen momentos de cansancio, de cierta desorientación… Hay que pararse a respirar hondo… rezar. Para muchos de nosotros, acudir a María es tan natural como tomar agua cuando estamos sedientos.

Un ejemplo entre millones posibles: Un amigo mío tiene extraordinario buen humor… Su mujer murió en un accidente de hogar absurdo. Quedó desolado. Con una tristeza que te bajaba el alma a los pies, me contó que un nietecillo suyo le dijo que «se echase otra mujer, total…». Él jamás había traicionado a su mujer. No es creyente, pero tiene sentido de la fidelidad… El comentario de su nietecillo le dolió intensamente…

En circunstancias similares, los creyentes acudimos a nuestra Buena Madre, que sabe montón de dudas, de desgracias, de silencios, de «espadas que atraviesan el alma»…

Hoy rezamos a nuestra Buena Madre con esta canción. Le pedimos que «venga con nosotros a caminar», a vivir…

VEN CON NOSOTROS A CAMINAR