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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

StatPress

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Desde: 24/09/2015

III.3.1.1. Nuestros desiertos y nuestras tentaciones.

Nos dice el evangelio que Jesús se fue al desierto durante cuarenta días, al cabo de los cuales sintió hambre y le tentó el demonio. Tanto los cuarenta días como el desierto y las tentaciones tienen un carácter simbólico evidente.

El «desierto» de Jesús se pone en claro contraste con la luz de su bautismo en el Jordán, cuando «se abrió el cielo, se apareció el Espíritu en forma de paloma y se oyó una voz celestial invitando a todos a escuchar a Jesús». El desierto fue el lugar de encuentro de Dios con su pueblo a la salida de Egipto. En el desierto aparecen los miedos, la añoranza de la seguridad de la vida en Egipto a pesar de la esclavitud, pero también la oración sencilla y la solidaridad. Así Jesús revive en sí mismo las duras etapas de Israel.

¿No pasamos también nosotros por muchos desiertos? Pobreza, soledad, enfermedad… También estos desiertos son de encuentro con Dios… Siempre nuestra experiencia puede traducirse en ilusión y acompañamiento a otros, animarlos… ayudar a superar las tentaciones… Pero ¿cómo no caer en ellas?

Jesús es tentado en la ausencia, en el «vacío» de humanidad. «Si eres hijo de Dios… Si tienes poder, haz milagros». Son las tentaciones del triunfalismo, de lo fácil, el tener, el poder o la gloria. Pero Jesús prefiere el camino del servicio, de la entrega, de la humildad. ¡Qué difícil nos resulta a los cristianos este tema! Parece que nos gustaría imponer todo.¿Acaso Jesús no tuvo más poder que todo eso y no lo empleó? Si nuestro camino se hace difícil, tengamos confianza al rezar, al decírselo a Jesús.

Un ejemplito de hoy mismo. El Superior General de los Hermanos Maristas pidió 150 voluntarios para ir a vivir y evangelizar en los lugares más extraños y alejados del cristianismo en Asia. Una preparación intensa de seis meses en Filipinas para aprender inglés y enterarse un poco de las costumbres de los pueblos a los que serán enviados. Solos o casi solos. Sin más medios que su voluntad de «narrar» la vida de Jesús con sus propias vidas. Allá se han ido ya unos 60. Otros tantos se preparan. ¿Habrá mártires? Casi seguro… «Pero ¿entonces…?» No hay explicación ¿verdad? ¡Sí; la hay! ¡Jesús fue delante!

Recemos: Te pedimos Señor por todos nosotros para que seamos capaces de ser luz en medio de este túnel en oscuridad total de visión de valores humanos y religiosos en que se encuentra sumida nuestra sociedad. Danos deseos de encender nuestras luces para ayudar a quienes nos rodean. Amén. Así sea.

Padre nuestro, que estás en el cielo;
Santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal.

Amén

Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.