III.2.0.0. Jesús recibe el bautismo de Juan. Narración evangélica.
Tuvo que ser un hecho importante en la vida de Jesús, pues permaneció en la memoria de todas las primeras comunidades cristianas y San Lucas da detalles históricos para situarlo en el tiempo. Juan el Bautista fue considerado como un gran profeta de Israel; él mismo anunció que «después de él vendría otro que bautizaría con el fuego del Espíritu»:
«El año decimoquinto del reinado del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba la Judea, etc. Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto.
Éste comenzó entonces a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro del profeta Isaías: «Una voz grita en desierto: Preparad el camino del Señor… Entonces, todos los hombres verán la Salvación de Dios.»
Juan decía a la multitud que venía a hacerse bautizar por él: «Raza de víboras, ¿quién os enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca? Producid los frutos de una sincera conversión, y no penséis ‘Tenemos por padre a Abraham’. Porque yo os digo que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijos de Abraham… «.
La gente le preguntaba: «¿Qué debemos hacer entonces?». El les respondía: «El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto». Algunos publicanos vinieron también a hacerse bautizar y le preguntaron: «Maestro, ¿qué debemos hacer?». El les respondió: «No exijáis más de lo estipulado». … Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo: «Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego…».
Y por medio de muchas otras exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Noticia. Mientras tanto el tetrarca Herodes, a quien Juan censuraba a causa de Herodías -la mujer de su hermano- y por todos los delitos que había cometido, cometió uno más haciendo encarcelar a Juan. Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma de una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección».
¿Acabaremos de entender alguna vez que los cristianos hemos sido bautizados con agua y con fuego, con el Espíritu Santo, el Espíritu de Jesús? Somos templos del Espíritu por nuestro bautismo ¿cómo mantenemos ese «templo espiritual»? ¿No necesitará arreglos de conservación, limpieza… o quizá reconstrucción total? (No olvidemos que respondamos lo que respondamos a esta última cuestión, Dios Padre nos quiere a todos y nos perdona siempre.)