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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

StatPress

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Desde: 24/09/2015

II.3.0.09. El sentido de la vida. Fecundidad. Vocación.

¿Cuál es el instinto más fundamental, necesario, para los seres vivos? Un minuto para pensar.

Bien. Casi seguro que predomina la opinión de que es la supervivencia. Exacto. También es básico el instinto de reproducción individual y de mantenimiento de la especie. Seguro.

El impulso más elemental de cualquier ser vivo es «reproducirse», en efecto. Pero referidos al Ser Humano tenemos que cambiar el término por el de «fecundidad»Un hombre o una mujer pueden renunciar a tener hijos y, sin embargo, no pueden aguantar que su vida no valga para nada (o sólo lo aguantan personas muy deterioradas, por la razón que sea). En la raíz de muchas depresiones de personas mayores está no sólo la soledad, el verse abandonados, etc. También cuenta el «mirar hacia atrás y ver la vida vacía».

Podemos considerar la fecundidad humana en tres niveles:

  • Fecundidad biológica: tener hijos. Elemental. Es perfectamente renunciable. Muchas personas no los tienen, voluntaria o involuntariamente.
  • Fecundidad «humana»: ver que nuestra vida vale para algo. La forma más habitual: tener hijos y proporcionarles un futuro. Los abuelos se ven reflejados y «realizados» de algún modo en sus nietos; se les cae la baba… Para muchas personas cuenta tanto, y hasta más, mirar hacia atrás y ver «sus hechos». Nadie renuncia a este nivel de fecundidad conscientemente porque es como perder la vida estúpidamente. Si es persona joven, se ve rodeada de vacío: no hace nada o aspira a hacer lo indispensable, quizá ni sienta cariño de nadie. Si es persona mayor, le amenaza el fracaso existencial: una vida que no ha valido para nada. Fijémonos: «curas y monjas» renuncian a la fecundidad biológica para «acrecentar» la fecundidad humana en servicio a los demás.
  • Fecundidad espiritual, religiosa: es un tercer nivel muy bien representado por la vida monacal. Las personas se retiran a vivir ajenas al «mundanal ruido», para dedicar su vida a la oración: alabanza al Dios Creador, ruego por todos los seres humanos sus hermanos… (La vida monacal, curiosamente, ha sido tremendamente fecunda a nivel humano. Ahí está la Historia.)

Jesús dio pleno sentido a su vida desde muy joven. Se salió del camino habitual de sus paisanos. No se casó. Se dedicó por completo a convencer a los demás de que había que construir el Reino de Dios. Las circunstancias le condujeron a la muerte ¡y una muerte de cruz! No se detuvo. Dios Padre le llamó a ser Camino, Verdad y Vida para los demás. La «fecundidad» de su vida fue la obra de la Redención y Salvación de los hombres. Sólo Dios podía realizar esa manera de ser Hombre. Enseguida comenzaron los cristianos a confesar que Jesús era Dios. Somos seguidores de Jesús ¡si queremos! ¿Hasta dónde y cómo? Eso forma parte de la vocación. Vale la pena pensarlo… y rezar, rezar mucho.