Get Adobe Flash player

Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

StatPress

Visitas hoy: 109
Visitas Totales: 105881
Desde: 24/09/2015

I.2.2.4. Los autores de los evangelios. Un vídeo.

Tras la muerte de Jesús, los discípulos volvieron a sus casas; quizá se escondieron. Lógico. Sabían cómo se las gastaba el Imperio con amigos o discípulos de ajusticiados. Este período de dispersión debió de durar muy poco y posiblemente no fue el mismo para todos. Al poco tiempo ya se reunían habitualmente en Jerusalén.

La Biblia seguía siendo su libro de cabecera y la base de «sus conocimientos», aunque iluminados por la nueva luz de la Resurrección de Jesús y fortalecidos por un impulso totalmente nuevo e irrenunciable para ellos. Como Jesús, fueron perseguidos por el poder religioso judío, aunque muchos escribas y fariseos se hicieron cristianos.

Por otra parte, los «israelitas de la diáspora» entraron en contacto directo con los discípulos de Jesús. Volvieron a sus ciudades y constituyeron en ellas comunidades cristianas de judíos y gentiles.

Pues bien, alguna o algunas personas de estas comunidades de cristianos recogieron por escrito lo que se transmitían oralmente. Los tres primeros evangelios, Mateo, Marcos y Lucas, tienen un porcentaje muy notorio de coincidencias en sus narraciones; son los Evangelios «Sinópticos», coordinados. El de san Marcos se escribió en Roma hacia el año 60. El de San Mateo, en Antioquía, hacia el año 80. El de San Lucas, a finales de los 80. El último, ya a finales del siglo I, el de San Juan.

¿Qué indican las diferencias entre unos y otros? Pues que todos hablan del único Jesús de Nazaret, pero que cada uno refleja aspectos o detalles de mayor interés en las comunidades en que fueron escritos.

Quizá sea éste el gran milagro del cristianismo: su expansión por el Imperio (y fuera de él). La acción del Espíritu Santo impulsó semejante crecimiento: Tan sólo 20 o 30 años después de la muerte de Jesús, los cristianos de Roma eran tan numerosos que Nerón (años 54 a 68) pudo darse el caprichito de culparlos del incendio de Roma.

Leer los Evangelios, los Hechos, las Cartas… es como una brisa de aire fresco en medio del clima tórrido de materialismo ciego que nos envuelve. Recemos al Espíritu Santo:

Entra hasta el fondo del alma, Divina Luz, y enriquécenos.
Mira el poder del pecado cuando no sopla tu aliento.
Mira el vacío del Hombre si Tú le faltas por dentro.

El vídeo siguiente nos invita a leer la Biblia.