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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

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I.2.1.16. Un hombre que alcanzó a Jesús. Manuel Barberá.

Ex militante comunista y hoy sacerdote. (Actualizado 20 enero 2012). Manuel Barberá (1933) tiene una vida de película. Unas pinceladas de su aventura.

 Antes de cumplir los 14 años, yo ya pertenecía al Partido Comunista. Se servían de los más jóvenes para ir dando las noticias, sobre todo de reuniones… Un día, los camaradas del Partido me avisaron… El problema no era sólo ser marxista, sino que además me había negado a hacer el servicio militar… Me dieron «media fotografía» y me mandaron a un pueblo de Salamanca, cerca de la frontera… La casa en que me enseñaron la otra mitad, era la del cura. Pasaba por sobrino… Una noche me prepararon una mochila con contrabando; si me cogían, sería por contrabando, no por política.

– … Yo quería ir a Rusia, pero me arreglaron los papeles sólo para Estados Unidos… «Yo aquí no puedo vivir»… Pude irme a Méjico… Estuve quince años. Pude traer a Méjico a mi novia. Nacieron Manuel y Teresa. En el año 60, Franco amnistió a todos los exiliados políticos que llevaran fuera de España mínimo cinco años y que no tuvieran delitos de sangre. Yo no tuve este tipo de delitos, aunque no porque no lo hubiese deseado.

– Mi esposa también era de izquierdas. A la muerte de su madre, ya aquí en España, entró en una crisis espantosa. Un íntimo amigo de mi hijo le propuso hacer las catequesis del Camino Neocatecumenal… mi mujer accedió por complacerle. Yo pensaba: Me la van a coger cuatro o cinco curas y monjas, y me la van a volver una beata. Así que decidí acompañarla… Al cabo de tres días… «Yo sí voy a seguir viniendo. Tengo que averiguar por qué este hatajo de idiotas se cree lo que dice»… Yo siempre había concebido a Jesucristo como un líder de izquierdas para los pobres, no como el Hijo de Dios, y siempre había pensado que Dios era un justiciero, pero empecé a conocerle y a saber que Dios me quería tal como era. Si era pecador, me quería; si era comunista, me quería. Comprendí que no se trataba de cambiar las estructuras, como decía el marxismo, sino que la solución del mundo es cambiar el corazón del hombre, cambiar nuestro corazón de piedra y de egoísmo… mi propio hijo me dijo: «Todo lo que me has enseñado en la vida, me lo has tirado por el suelo».

– En el año 1984, mi mujer murió de un cáncer de páncreas. Habíamos estado a punto de irnos como familia en misión… Yo entré en una lucha tremenda con Dios: ¿Dónde está tu amor? Ahora que estábamos en la Iglesia y nos queríamos ir de misión, vas y te la llevas. Cuando murió, sentí que me arrancaban parte de mi ser. Después de mucho tiempo de sufrimiento, entendí: Se ha ido para que yo pueda ser presbítero, y pueda acompañar a alguna familia en misión, como nosotros no pudimos hacer. Y así fue, hasta hoy. Hoy mis hijos y mis nietos están en la Iglesia, ¡y hasta tengo tres biznietas!