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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

StatPress

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VI.4.2.09-bis. Rezar el rosario ¿para qué?

Hablar hoy de rezos a gente joven (y a buena parte de mayores) es más tonto que escribir en el agua. Pero he visto una foto increíble tomada en la Antártida: una ola marina congelada. Salió del fondo agua líquida; al contacto con la atmósfera, 50 bajo cero, se congeló instantáneamente… Allí estaba alguien para captar el fenómeno… Yo espero que quizá alguien capte que rezar es bueno. Y aumentar la cultura, al menos, también.

En las apariciones de Fátima, 1917, la Virgen pidió a los niños que rezasen el rosario, que el Papa consagrase el mundo, la Humanidad, al Inmaculado Corazón de María, que acabaría la guerra (la I Guerra mundial, finalizada en 1918), que el Papa sufriría mucho (el 13 de mayo de 1985, Fiesta de Nuestra Señora de Fátima, Juan Pablo II sufrió un atentado gravísimo), etc.

«¡Qué necesario es tanto para la vida de cada persona, como para la convivencia de todos, ver a Dios como centro de la realidad y de nuestra vida personalEl ejemplo por excelencia de esa actitud es María... Lo vemos en las bodas de Caná. No tienen vino, le dice a Jesús. No le pide nada en particular y mucho menos que Jesús realice un milagro produciendo vino. Simplemente, intercede ante Jesús, y le deja decidir lo que conviene hacer... Vemos la atención maternal que la lleva a percibir los problemas de los demás… Nos enseña a rezar: presentarle a Dios nuestros deseos y dejar que Él decida convencidos de que será lo mejor para nosotros.

En Lourdes, Bernadette reza el Rosario bajo la mirada de María… «Cuando rezamos el Rosario, María nos ofrece su corazón y su mirada para contemplar la vida de su Hijo». De Jesús recibimos la luz. Cristo es como el fuego que arde sin consumirnos. Somos una mísera zarza, en la que, sin embargo, se ha posado la gloria de Dios.

Jacinta, la niña de nueve años, decía: Me gusta mucho decirle a Jesús que le quiero. Cuando se lo digo muchas veces, parece que tengo un fuego en el pecho, pero no me quema. Y Francisco, su hermano, decía: Lo que más me ha gustado de todo, fue ver a Nuestro Señor en aquella luz que Nuestra Madre puso en nuestro pecho»Todos, de alguna manera, estamos invitados a contemplar así el rostro de Cristo.

Sucede lo mismo en apariciones actuales: El Escorial y Medjugorje (Croacia).

Vivimos bajo la presión de las realidades externas y como obsesionados por las imágenes que nos llegan a millares. Pero Dios es más interior a nosotros que nosotros mismos… «Dentro de cada persona hay un espacio de soledad… en el que encontramos a Dios». Para conseguirlo, tenemos la ayuda inestimable de nuestra Buena Madre.