Get Adobe Flash player

Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

StatPress

Visitas hoy: 85
Visitas Totales: 105209
Desde: 24/09/2015

VI.3.4.1. Decir Misa, oir Misa… Preguntas inquietantes.

Estaba en Santiago de Compostela. Fui a «oir misa» de siete y media a la catedral. La «dijo» un canónigo en apenas un cuarto de hora… A mi lado había una mujer joven muy rubia, aire de extranjera… Al final nos miramos con cara de estupor. Era francesa. Me comentó «¡Qué pena! ¿Verdad?». No supe qué decir, aunque sí debió de ver en mi cara todos los colores del arco iris… ¡Una misa despachada como un saquito de patatas! Lo que me pasó por la cabeza es «no apto»…

Hay gente que dice «ir a la misa del cura tal… que ¡ese la dice en 20 minutos y predicando y todo!». ¿Hasta dónde llegaremos en la pérdida de sentido de la celebración cristiana más genuina? Parece que la misa es un acto mágico que nos asegura el cielo. ¿Es posible perder más el sentido de la «fracción del pan»?

A continuación copio una reflexión de un sacerdote.

«La celebración, tal como ha quedado configurada a lo largo de los siglos, ya no es capaz de nutrir la fe de los cristianos ni de vincularlos a la comunidad de Jesús. ¿No es la Eucaristía el centro de la vida cristiana? ¿Por qué los creyentes no manifestamos nuestra preocupación con más fuerza y dolor? ¿Podrá la misa seguir viva sólo a base de medidas protectoras que aseguren el cumplimiento del rito actual?

La transformación será posible cuando la Iglesia sienta con más fuerza la necesidad de recordar a Jesús y vivir de su Espíritu. Por eso también ahora lo más responsable no es ausentarse de la misa sino contribuir a la conversión a Jesucristo… ¡Y a que realmente «celebremos todos» (cura y fieles) la Fracción del Pan!

Para pensar, una pregunta: Si todos los que nos decimos católicos en España fuésemos cristianos de verdad, sin tapujos, comprometidos ¿serían posibles esas misas a las que se asiste por cumplir, no por «celebrar»? «Pero eso depende de cada uno». ¡Claro! Por eso hay que «contribuir a la conversión a Jesucristo… ¡empezando por mí mismo!»

¡Claro que es más triste aun que haya cristianos que jamás van a misa!

Padre nuestro, que estás en el cielo;
Santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal.

Amén

Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.