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Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret

StatPress

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Desde: 24/09/2015

V.1.1.05. ¿Cómo se aparece Jesús resucitado?

Leí un documento del que recojo sólo unos párrafos:

Queridos amigos: Lo daría todo a cambio de que Jesús resucitado se me apareciera y me dijera: «¡La paz contigo!».

¿Pero es que acaso Jesús resucitado no se nos aparece a nosotros como a sus primeras discípulas y discípulos? Los evangelios narran que se apareció a María de Magdala y a Pedro y a sus compañeros, que lo vieron con sus ojos, oyeron sus palabras, pudieron tocar su cuerpo amado y comieron con él pan y pescado a la brasa.

A nosotros no nos ha sucedido nada de eso, al menos de ese modo. Nuestros ojos no lo ven, nuestros oídos no lo oyen, nuestras manos no lo tocan, y cuando nos reunimos en la Eucaristía no se nos ofrece para llevar a la boca nada más que una oblea sin gusto ni sabor.

La fe pascual consiste en que se nos abran los ojos, y veamos a Jesús en la oblea insípida, en el compañero de cada día, en el enfermo olvidado, en la mañana gris, en el haya que verdea, en el cucu que canta.

Se nos abren los oídos, y escuchamos las dichosas palabras consoladoras de Jesús en el relato del evangelio, en las penas del anciano, en las quejas del parado…

No pensemos que en el tiempo del Evangelio sucedieron cosas que ahora no suceden. No pensemos que Jesús se mostraba a aquellas primeras discípulas y discípulos, pero a nosotros no, no al menos como a aquellos.

El documento continúa. Recemos la oración que el autor pone al final:

Jesús, nuestra alegría, a tu lado encontramos el perdón, el frescor de las fuentes. Sedientos de las realidades de Dios, reconocemos tu presencia de Resucitado. E, igual que el almendro comienza a florecer con la luz de la primavera, tú haces florecer hasta los desiertos del alma.

Padre nuestro, que estás en el cielo;
Santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal.

Amén

Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.